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Tal y como Mónica Oltra decía el viernes 17 que veía su situación judicial, era más fácil que se rompiera el tripartito que dimitiese. Oltra ... se negaba a dimitir por convicción. Y seguramente se ha ido en contra de sus convicciones. Han prevalecido las necesidades del colectivo que ha liderado. En realidad, si hubiera sido por ella, por sus apetencias personales, cuando se hubiera ido es hace unos dos años, aproximadamente. Los convencimientos no tienen por qué ser correctos. A veces te equivocas, pero lo fundamental es si estás convencido o no, a veces para mal y otras de manera certera. Oltra estaba convencida de que no debía dimitir. Pero dimitió.

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Le hizo a Compromís un favor, un tremendo favor, quizá uno de los últimos, o el último. Una vez Oltra anunció que se iba han llovido los mensajes de apoyo de los suyos y de partidos afines. Llamaba la atención el silencio previo. Tanto, como el modo en que posteriormente se ha producido una adhesión que, obviamente, la ya exvicepresidenta echaría en falta cuando se mantenía en la idea de no dimitir. Aquellos que consideran correcta su posición inicial tuvieron semanas para apoyarla públicamente, tal y como han hecho cuando ha tomado una decisión bien distinta a la que ella consideraba correcta hasta pocos días antes de dimitir. ¿Por qué no antes y sí después?

En Compromís había mucha gente que consideraba que Oltra debía dimitir. Igual que los había que todavía pensaban que había que aguantar. Y precisamente, por eso, Oltra le hace un favor a los suyos al tomar una decisión que va contra el planteamiento que expuso el viernes 17. Había llegado a una conclusión muy categórica, que no tenía marcha atrás. Expuso que su posición era «ética, estética y política» y planteó la situación de tal modo que no había margen para tomar otra decisión. Cuando el martes pasado anuncia su salida lo hace dando a entender que era una pésima solución. «Ganan los malos», dijo. Es muy contradictorio, por tanto, coincidir con el planteamiento de Oltra y continuar adelante en un proyecto de gestión en el Consell donde los «malos» influyen de manera constante.

Si en Compromís y en sus partidos amigos consideran que la ya exvicepresidenta no se equivocaba en su planteamiento, lo lógico era continuar a su lado. Por convicción, que al fin y al cabo es lo que se supone que motiva a las formaciones políticas a estar al frente de las instituciones. Sin embargo, en Compromís no todos estaban convencidos, y Oltra les hace un favor al irse y no obligarles (a muchos) a manifestar su posición en contra de la persona a la que ahora loan.

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