Las cinco asociaciones de familias numerosas de la Comunidad Valenciana (ASAFAN, FANUCAS, ASFANA, AVAFAM y MAS DE DOS) criticamos el lunes 13 de este mes ... en Les Corts que la futura ley estatal de familias pretenda llamarles a partir de ahora «familias con mayores necesidades de apoyo a la crianza», una denominación que nada tiene que ver con lo que las identifica y da sentido: el número de hijas e hijos.
Acudimos a Les Corts representantes de las cinco asociaciones y de la Federación de Asociaciones de Familias Numerosas de la Comunitat Valenciana (Fanucova) para mostrar a los representantes políticos nuestra opinión sobre el proyecto de ley valenciana de diversidad familiar. En todas las intervenciones agradecimos que la norma valenciana que se está tramitando mantenga la definición de familia numerosa y que se las haya incluido entre las «familias de especial protección». Pero también reclamamos el compromiso sincero de los partidos valencianos de mediar en defensa de las 78,000 familias numerosas de nuestra Comunitat para que no desaparezca su identidad en la ley estatal.
Con independencia de las ayudas que todo Gobierno debe establecer para ayudar a las familias que necesiten un apoyo para criar a sus hijos, las familias numerosas pedimos a los políticos mayor amplitud de mira y que valoren el papel de las familias con más hijos: muchas veces actúan mostrando un total desconocimiento a la labor social de las familias numerosas. La realidad es innegable: el Viejo Continente está más viejo que nunca; y los españoles tienen actualmente menos hijos que durante los tres años de la Guerra Civil.
Sin contar con políticas familiares positivas y de calado, la realidad es que las familias numerosas nos sentimos a veces muy solas y 'utilizadas' por las ocurrencias cortoplacistas del político de turno. Y eso a pesar de que en la Comunidad Valenciana en 2015 había cerca de 59.000 familias de este tipo y actualmente son más de 78.000.
Como se señaló en una de las intervenciones, las familias numerosas creemos que puede ser muy positiva una Ley Valenciana de Diversidad Familiar, pero ésta debe estar exenta de sectarismos, surgir del consenso político -es posible y necesario para que sea eficaz- y contar con las aportaciones de los sectores implicados. No tiene sentido, como ha ocurrido con la Ley Estatal, hacer una norma en y desde los despachos, sin contar para nada -en lo que respecta a nuestro colectivo- con las familias numerosas.
Y si queremos que la ley valenciana haga honor a la diversidad familiar como lleva en su nombre, apostemos por acabar con las medidas y decisiones políticas que diluyen a las familias numerosas equiparándolas con otros colectivos. Seamos honestos. Trabajemos con la creatividad necesaria y el sentido común para atender a todas las familias, sin despojar a ninguna de ellas de su esencia y ofreciéndoles de verdad una respuesta a sus necesidades.
Urge una nueva narrativa de la familia. No basta con describir y analizar un elenco de dificultades conocidas y darles el mismo remedio. España y la Comunidad Valenciana tienen que aprender a ser mucho más atrevidas cuando se trata del capítulo familiar. Por ejemplo, respecto de la crisis climática: quien pone en peligro el futuro del planeta no es el niño que nace, sino el adulto que nunca llega a ser realmente padre, aunque tenga hijos, y vive en la ilusión del consumo infinito de recursos en virtud de un individualismo patológico y autodestructivo. La política ha de ser capaz de comunicar con valentía a las familias que «se puede hacer», porque la inmensa mayoría de la población está dispuesta a anteponer su apoyo a la natalidad y a la familia siempre y en todas las medidas: la familia es un recurso, no un problema. También respecto de las familias de los inmigrantes: son familia antes que refugiados o extranjeros.
En definitiva, una sociedad que pone trabas a formar una familia -la institución más valorada por toda la población- no está respondiendo a las necesidades reales de lo que quieren sus ciudadanos. Sin embargo, apostando por las familias, toda la sociedad sale ganando. Así pues, la familia es una necesidad moral clave de nuestro tiempo. Y no solo por el envejecimiento de la población: tener hijos es una decisión de la que dependen también muchos valores culturales.
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