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Las generaciones actuales no vienen sobradamente preparadas precisamente, sin embargo, habrá vacaciones escolares en Fallas pese a no celebrarse las fiestas por la pandemia. Si quienes deben decidir las líneas educativas no tienen la suficiente capacidad para valorar y adaptarse a la situación que vivimos, el mejor favor que nos pueden hacer es marcharse a casa con su ley del mínimo esfuerzo. En esta pandemia han quedado demostradas las carencias y las diferencias en la educación española, entre los centros que tienen capacidad de adaptación para continuar con la docencia online y los centros que tienen dificultades hasta para enviar un correo electrónico, como es en más de un caso.

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El curso pasado se salvó como se pudo, más mal que bien, con el regalo de aprobados y el pase de curso con suspensos. Bien pues, con este panorama nada alentador, el Consejo Escolar de Valencia ha decidido mantener los días 16, 17 y 18 de marzo como festivos en los centros educativos. Hasta el propio alcalde era partidario de trasladar esos festivos a otra fecha. Carece de todo sentido perder tres jornadas de aprendizaje en mitad de este caos educativo, así como dejar a los padres que no puedan atender a sus hijos, la responsabilidad de 'colocarlos' y buscarse la vida durante tres días.

Una cosa es que se tomen decisiones en función de la situación de la pandemia que, en mayor o menor medida, podrán estar más o menos acertadas por la dificultad que supone. Pero que a la primera de cambio el propio Ayuntamiento con la concejala de Educación y presidenta del órgano, Maite Ibáñez a la cabeza, decida mantener las vacaciones para respetar la planificación escolar, no tiene un pase. ¿No han visto aún que la planificación ha saltado por los aires hace tiempo?

Carece de todo sentido perder tres jornadas de aprendizaje en mitad de este caos educativo

Cada vez que se publican los resultados de las pruebas del Informe Internacional para la Evaluación de Estudinates (PISA) que hacen a alumnos de 15 años, España suspende en las evaluaciones de las capacidades de los estudiantes. El drama educativo que vivimos hace años es tremendo, para echarse a llorar. No es momento de toma de decisiones fáciles, al contrario. Se necesita valentía para marcar el camino, así como el reconocimiento alto y claro a todos los profesores y maestros que están en primera línea de fuego académico, luchando contra la pandemia y todo lo que conlleva.

Como mínimo cabría esperar el traslado de esos festivos o directamente la anulación de los mismos, para reforzar el curso académico de una generación que ya va camino de perder dos cursos de su formación.

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