Vacunas transgénicas

Como de puntillas, todos andan a tientas, sin decirlo del todo, con una cuestión fundamental de las vacunas en ciernes contra el coronavirus. Fundamental para gran parte de la población, la que según encuestas oficiales europeas es mayoritariamente contraria a los productos transgénicos, y por eso las políticas europeas son tan superrestrictivas respecto a los mismos.

Porque resulta que las vacunas que todos estamos esperando, deseando que estén a mano cuanto antes para salvarnos de la quema, son transgénicas. Como lo están leyendo: transgénicas, fármacos resultantes de complejas manipulaciones de ingeniería genética. Por eso las podremos tener a nuestra disposición tan pronto, relativamente pronto para lo que suelen ser estas cosas; porque en el fondo de la cuestión, para resumir el asunto, no son más que trozos del coronavirus debidamente seleccionados, adecuadamente manipulados y puestos a replicarse en reactores. Y este camino de la biotecnología más avanzada permite una rapidez de obtención que sería impensable por los procedimientos más clásicos, cuando el mundo entero gira hoy, más que nunca, sobre un eje unitario que pone a todos de acuerdo: encontrar cuanto antes 'armas' que nos libren de este patógeno que tiene acorralada a la población mundial y a toda la economía, medicamentos que curen la enfermedad y, sobre todo, vacunas que nos permitan circular y trabajar con plena libertad, sin riesgo a enfermar y a morir por esta causa.

Pero la cuestión es qué harán ante esto tantos millones de personas que, según se manifiestan a menudo y tal como dicen los políticos que se confiesan en las consultas, están contra todo lo que huela a transgénico. ¿Serán consecuentes con lo que han venido defendiendo y promulgando? Cuando lleguen las primeras colas para poder ponerse alguna de las vacunas que se anuncian, ¿harán mutis por el foro y preferirán ceder el paso a quienes no tengan dichos remilgos, o por el contrario caerán en la cuenta de que lo que es primero es primero, y la salud ante todo, por supuesto?

Será muy buena ocasión para que los recalcitrantes contra estos avances de la ciencia, en lo que respecta a los organismos genéticamente modificados, se den cuenta de que no tiene sentido su oposición, que entraña altas dosis de visceralidad rutinaria y ninguna razón científica, y cambien de actitud. Tendremos que vacunarnos para quedar a salvo, y bendita la manipulación genética que nos lo permite, como ya hace tiempo que permite vidas normales a los diabéticos y a tantísimos pacientes de tantas dolencias crónicas antes incurables, aparte de asegurar la comida accesible para medio mundo.