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Circulaba por la valenciana calle Xátiva y me detuvo el rojo del semáforo que hay justo en la puerta de una conocida cadena de hamburguesas. En ese momento las 'mac-sillas' voladoras protagonizaban una trifulca juvenil propia de cualquier película americana en zona barriobajera. Todo ... lo contrario, esto sucedía en pleno centro de Valencia y a una hora muy familiar. Si fuera un hecho aislado no cabría comentario alguno, si acaso la mera denuncia por tratarse de una acción violenta concreta. La gravedad del asunto radica en que este tipo de actos vandálicos se repiten cada vez con más frecuencia, en pleno centro de Valencia y a manos de jóvenes que no dudan en entrar a robar en tiendas, propinar palizas o enzarzarse a golpes entre ellos.
¿Se han sentado el concejal de Protección Ciudadana y la delegada de Gobierno para tratar este grave asunto de inseguridad? Parece que la previsión, por ahora, es la de esperar al encendido de las luces de Navidad, con la incertidumbre de saber cuál es el plan para atajar el grave problema que sufrimos y averiguar de paso, si hay alguien al volante. Porque los actos vandálicos se suceden y no da la sensación de que preocupe, excepto a comerciantes y transeúntes. No sería bonito pensar que vamos a un modelo similar al de la ciudad de Barcelona donde se respetan más los derechos de aquellos que delinquen con permiso de la autoridad.
Recuerdo hace tiempo que policías locales paseaban por las calles, por los barrios o en ocasiones especiales hasta se dejaban ver con los caballos en plena calle Colón. ¿No hay efectivos? ¿No disponen del material necesario? ¿No hay prevención para evitar que manadas de jóvenes revienten impunemente a golpes a unos falleros en el interior de su Casal? ¿Es una mezcla de todo?
Insisto en que no sé si hay alguien al volante porque resulta cómico encontrar una pareja de la policía local multando motocicletas mal aparcadas o a repartidores que intentan estacionar durante cinco minutos para dejar un paquete. Vale que la responsabilidad no recae en esa pareja de locales, aunque a los ciudadanos que observan el trabajo que realizan no les merecen la mejor opinión, así que la pelota de la responsabilidad final tendrá que ir hacia arriba. El ayuntamiento de Valencia no puede cruzarse de brazos ante el aumento de la violencia a las puertas de la campaña de Navidad, no podemos, ni debemos, ni queremos ser una subsede de la Barcelona de Ada Colau. Valencia es una ciudad que tiene y que quiere ley, ¿hay alguien al frente para que la haga cumplir?
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