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Urgente El Euromillones de hoy viernes deja un nuevo millonario en España

Allá por 1995, casi en pantalones cortos, crucé por primera vez la puerta de LAS PROVINCIAS. Me habían dicho que buscaban corresponsales de pueblos. Me brindé sin pensarlo. No sólo me dieron mi localidad, Tavernes Blanques, sino que me añadieron tres más -Alboraia, Almàssera y Bonrepós i Mirambell-. Me tragaba todos los plenos y luego hacía mis noticias en la máquina de escribir Olivetti de color azul. Algunas veces las metía en un sobre y las enviaba por correo y otras cogía mi Vespino SC aleación para plantarme en la redacción. Imponía. Mucho. Una nube de humo envolvía a auténticos maestros del periodismo. Subía los tres escalones hacia la sección de Comarcas, pero siempre miraba de reojo a Deportes. En ese momento había una sección titulada 'Escriben los lectores' y me aventuré a manufacturar mi primer artículo deportivo. Era sobre la cantera. La importancia de que gente que siente el club llegue al primer equipo. La entregué sin demasiado convencimiento de que la publicaran. Lo hicieron, con la consiguiente alegría. Días después me llamó Antonio Ribes, el alma mater del Mestalla en aquella época, un enamorado de lo que ahora llaman Academia, para agradecer que se diera visibilidad a los hijos pequeños de los padres futbolistas. Los clubes invierten millonadas en sus canteras. Paterna, Valdebebas o La Masía. Creadores de futuros cracks. Han sido miles los Messi en categorías inferiores que se perdieron en la nada. Recuerdo a los Obama del Atlético. Los canteranos tienen que madurar con excesiva rapidez. El fútbol precisa de aprendizaje y exigencia, por eso la mayoría se difuminan. Pero otros han llegado. Muy lejos. Y a diferencia de lo que ocurre con Real Madrid o Barcelona, donde cada vez cuesta más dar el salto -con excepciones como Ansu Fati o Carles Pérez-, en el Valencia se ha perdido el miedo. En la convocatoria frente al Ajax, en el partido más decisivo de la temporada, había ocho futbolistas valencianos. Un dato histórico. Algunos criados en casa y otros adoptados. Pero todos con un sentimiento que pocos pueden inocular. Quizá sí Parejo, Paulista o Coquelin porque son especiales, pero no el resto. Es un modelo que da resultados cada cierto tiempo pero que tiene el coste de tener que estar formando a un grupo de futbolistas, porque, además, no siempre hay camadas como la actual. Pero en eso consiste la mística de este modelo, aunque sepas que pasado el tiempo tengas que venderlos porque necesitas dinero. El valencianismo agradece cantar la alineación y ver ahí a Ferran Torres, Carlos Soler, Jaume Doménech, Gayà o Kang In. El Valencia tiene que aprovechar este ciclo maravilloso. Debe sacar partido a esos jugadores cuyo coste se limita a su formación y porque son el orgullo de la afición.

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