La gente se baña en la playa. Las veraneantes ríen, juegan con el balón, dan brazadas encima de una colchoneta... mientras la sombra de un imponente tiburón blanco se aproxima con sus mandíbulas preparadas para darse el gran festín.
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Junto al puerto de pescadores, Tippi Hedren camina por una calle tranquila que lleva a la escuela del pueblo. Un graznido y algunos aleteos le hacen mirar al poste de la luz. Sobre él hay algunos pájaros que esperan a otros que van llegando. Tras recorrer unos metros a paso más rápido, se vuelve a mirar el poste y ya lo ve abarrotado.
Cae la noche en el campamento de verano donde los monitores han llegado unos días antes que los excursionistas. Dos de ellos se encuentran en un cabaña, separada de la del resto y empiezan a dar rienda suelta a sus deseos... pero Jason les mira a través de su máscara de portero de hockey y prepara su enorme cuchillo para entrar en escena un viernes 13.
Esta mañana de domingo, dejamos atrás dos semanas de campaña y una precampaña que comenzó con la moción de censura a Rajoy en mayo del año pasado. Se ha ondeado banderas, se ha restregado trapos sucios, se ha hecho selfies y explicado cómo el país se ve devastado por feroces dragones cuando gobiernan unos mientras que los unicornios trotan entre arcoiris cuando gobiernan los otros.
Sin embargo, debe ser que no siempre es fácil ver lo que tienes delante de las narices y casi todos han ignorado lo importante: los caminantes blancos están cruzando el Muro y las tropas de los siete reinos se han acantonado en Invernalia en la última y definitiva temporada de 'Juego de tronos' (estrenada con la propia campaña). Pero aquí, todo el mundo parece ignorar que «se acerca el invierno». Nos liamos con nuestras movidas y se nos olvida que, más allá del pirri de la boina, el doblado de la barretina o la punta de la peineta somos una región de Europa y, cuanto antes nos centremos en lo importante, antes ejerceremos como la potencia que somos.
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Alemania e Italia se zambullen en la recesión; los ingleses se han pasado con el whisky y no saben cómo quitarse la resaca del 'Brexit'; Macron se aparta de los ojos el barro de las trincheras y busca un aliado desesperadamente, mientras Rusia suelta rublos para desestabilizar todo el paisaje que le separa del Atlántico.
La economía va mal, sí, va mal. Es algo que tiene que afrontar todo el que quiera entrar a gobernar, pero también quien quiera seguir haciéndolo. Está claro que Churchill perdió las elecciones tras imponer «sangre, sudor y lágrimas» para ganar la II Guerra Mundial, pero todo el mundo sabe que hizo lo que debía hacer para salvar a su país. Cierren los ojos y piensen qué candidato estaría dispuesto a perder las próximas elecciones por hacer lo correcto. Y, ahora, a votar.
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