Urgente Junqueras anuncia el pacto con el Gobierno para condonar a Cataluña el 22% de la deuda autonómica

La actualidad política de este país es para dejarla castigada unos días en el rincón de pensar. De la última semana sólo se salva, por ... goleada, el Plan Económico que Nuñez Feijóo ha regalado a Pedro Sánchez para superar la crisis económica del país. Magistral. Sin rastro de logos del PP para facilitar su digestión y ejecución. Y mientras eso esperamos, cambiemos de tercio por algo más liviano.

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Este fin de semana Mario Vaquerizo y Ludwing Van Beethoven han estado tan cerca que casi se han rozado, pero en las ondas. Les ha separado miles de kilómetros y 24 horas. No más. Sus composiciones musicales fueron las bandas sonoras elegidas para la celebración de dos acontecimientos relevantes.

En Sevilla Mario y Alaska animaron el jolgorio previo a la final de la Copa del Rey. Allí estrenaron el himno de la competición: 'Celebrar es ganar'. ¡Qué tiene letra! Quienes lo vimos desde casa pudimos disfrutar de su puesta en escena con su particular estilo. En el campo se observaba cierta indiferencia con un público que se mostró ajeno al tinglado tipo americano montado para la ocasión. A nuestro matrimonio más 'cool' les sobraron ganas pero acusaron las consecuencias de un montaje complicado en sonido y con pésima iluminación. En el Twitter del multimillonario Elon Musk les han dicho de todo. Y Vaquerizo, porque es Mario y de la movida porque si fuera otro sería foco, además, de furibundas críticas por haber destronado a la Alaska de míticos momentos en la Bola de Cristal o en ese pasional achuchón que ilustra su mejor disco 'Deseo Carnal'. Pero es que juntos lucen bien. La suma les hace mejores aunque Alaska es más Olvido Gara y Mario más Vaquerizo. En cualquier caso, a ellos les da igual. Lo pasaron bien conscientes de que los principios siempre son difíciles y que con el tiempo hasta Rosalía actuará en alguna final.

La puesta en escena de Macron estaba pensada para ser vista en televisión

Y veinticuatro horas después, en Paris, llegó el turno de Beethoven y su novena sinfonía que tuvo que sonar dos veces para acompasar la llegada del flamante ganador de las elecciones francesas Emmanuel Macron al escenario para dirigirse a su público. Póngase en su piel. De música de fondo el clásico del universal compositor alemán, mientras que Macron camina entre abrazos, besos, fotos y aclamaciones de sus seguidores. Una puesta en escena pensada para ser vista por la televisión porque, en verdad, no se congregó tanta gente para la celebración. Cosas del directo y de ser la segunda vuelta de una dura campaña electoral contra Marie Le Pen que, pese a la derrota, ha cosechado sus mejores resultados.

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Y qué quieren que les diga, yo no sé de fútbol y soy de las que sólo veo las grandes finales. Y está sin duda lo fue. La tristeza de la injusta derrota aún me acompaña. Al menos, Alaska y Mario nos alegraron el empezar poniendo melodía a esos minutos de inocencia que vivimos ajenos al lamentable final que nos esperaba. Amunt Valencia!

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