Desde 1979, España tiene quien la salve... en cuanto ellos consigan salvarse de sí mismos. En un momento clave de la historia del país, la unión de un grupo de hombre y mujeres poco corrientes nos puso codo con codo con las grandes potencias del mundo. El viernes 23 de marzo se constituyeron las primeras Cortes Generales con la Carta Magna aprobada el 6 de diciembre de 1978 como manual de instrucciones. Los leones de la Carrera de San Jerónimo esperaban la llegada de los Reyes para la apertura solemne y cientos de curiosos se acercaban a mirar. Entre ellos, una joven pareja que había querido que su hijo de 10 años viviera el histórico momento. Aunque no tenía el atractivo de las Cortes Constituyentes en 1977, sí que compartía el título de 'la primera desde...', aunque el niño no compartía el entusiasmo.
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Ya cerca de los cincuenta años, el hombre que es hoy me comentaba que su recuerdo de esa jornada se limitaba a dos o tres cosas y se confunde con otras («cuando vivimos en Madrid, mis padres no se perdían una»). Un recuerdo es que en ese tipo de actos mucha gente se llevaba el transistor y no era raro ver a alguien con el aparato bien pegado a la oreja, con su larga antena plateada asomando por encima de la cabeza y voceando a los que le rodeaban lo que decían los periodistas que estaba retransmitiendo el acto.
Otra, que terminaron comiendo en la barra de un bar del barrio de Huertas en el que siempre se pedía una Fanta de limón y sus padres, boquerones en vinagre con olivas. De lo que sí está seguro, es que le compraron un ejemplar de Mortadelo Selección para gratificarle el esfuerzo que incluía la primera aventura de... ¡El Supergrupo! Ya nada había que envidiar a la Marvel o DC Comics con sus Vengadores, X-Men o Los 4 fantásticos. Bruguera había juntado, fruto de la imponente fabulación de Efepé y Jan, a lo más granado de los superpoderosos patrios. Al frente de la unidad que debía salva al mundo (o a este trozo del mundo) sacaba pecho con su traje siempre demasiado grande Súper López. El escudo con la rojigualda antecedía a la aparición del Capital Hispania, castizo cruce del Capital América y el casco y la máscara del Guerrero de Antifaz.
Hecho de ladrillo y armado con una plana de albañil, Bruto tenía poco que envidiar a La Cosa, mientras que la Chica Increíble sabía ponerse con los brazos en jarras tan bien como Wonder Woman o la Viuda Negra. Latas ejercía de nuestro Ironman y El Mago tenía toda la presencia de Doctor Strange, aunque menos atlético.
¿Que no es igual? Bueno, no voy a negar que nuestro liderazgo político mundial es más bien escaso y que el Supergrupo tenía serios problemas para no terminar discutiendo y lanzándose rayos y ladrillos ... pero es lo que hay para resolver nuestros problemas. Aunque siempre nos queda echarle la culpa a Trump.
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