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La nueva televisión te ofrece experiencias deliciosas. He descubierto a David Letterman. Los expertos en la cuestión catódica me echarán a los leones por esta afirmación, pero aceptaría un bocado leve de una fiera con tal de seguir disfrutando de sus entrevistas. Me deleité y me divertí con los interrogatorios a Obama, Clooney, Jay-Z y Malala. Gente interesante, con vivencias increíbles y reflexiones que te hacen pensar. Escuchar a la joven premiada con el Nobel de la Paz -tenía 17 años en ese momento- te reconcilia con la vida. Solo dos años antes le descerrajaron tres tiros en la cabeza para intentar callarla. Defendía con fervor los derechos de las mujeres y los extremistas no podían soportarlo. No entienden la igualdad entre hombres y mujeres y menos que estas vayan al colegio. Pero Malala no almacena rencor. «La mejor venganza es el perdón. La persona que me atacó era un muchacho joven, de edad similar a la mía, y pensó que estaba haciendo lo correcto y estaba apuntando a esta persona que era malvada». Son palabras de una chica que podría anidar odio, pero realmente desprende generosidad. Me deslumbra la gente altruista, y más la que ni la adversidad le frena. La joven paquistaní estudia en Oxford y lucha cada día y contra quien sea para favorecer el acceso a la educación en todo el mundo. Como esa gente que organiza e imparte clases extraescolares para los niños y niñas de la escuela Twashukuru de Lamu, confeccionada con botellas recicladas. Sello valenciano para una iniciativa que cambia vidas. Esto ocurre en Kenia, pero podría ser en cualquier país pobre del mundo. Personas que dejan aparcadas sus vacaciones para entregarse a los demás. Se les ilumina la cara solo con pensar en viajar donde sea para mejorar la calidad de vida de unos pequeños. Admiración.

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lasprovincias La venganza de Malala