Si un paciente acude al centro de salud para pedir cita con su médico, o para que le deriven al especialista, y la respuesta del ambulatorio es la de «vuelva usted dentro de un mes», más pronto que tarde acudirá a urgencias. Esta es una ... de las cuerdas que está tensándose hasta el límite de lo posible en la atención hospitalaria. Con una primaria en barrena, arrastrando déficits a todos los niveles, las maltratadas costuras de la sanidad están a punto de romperse. La mala noticia es que esto no coge a nadie por sorpresa. Tampoco al Consejo de Ministros que, a 5 de julio, tiene previsto aprobar que unos 67.000 sanitarios precarios sean fijos, entre otras cosas, para cumplir con lo requerido por Europa.

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Este nuevo episodio de caos afecta drásticamente a los enfermos y repercute en el prestigio de los profesionales que hacen lo que pueden con lo que tienen. La radiografía actual de la situación muestra graves carencias que pueden provocar consecuencias fatales. Ayer mismo el comité de empresa del Hospital General de Valencia denunció en un comunicado que varios, de los 47 pacientes que esperaban cama en urgencias, llevaban más de 48 horas e incluso tres de ellos permanecían cuatro días para hacer el ingreso. En comarcas del interior de Castellón, algunos profesionales están viéndose obligados a responder a los avisos domiciliarios pedaleando con su bicicleta porque no tienen transporte asignado y, con un precio del carburante tan disparado, no pueden costear de su bolsillo los desplazamientos en sus vehículos particulares. En hospitales como el de Llíria, los urgenciólogos han lanzado una llamada de auxilio porque se les han adjudicado hasta siete guardias mensuales para ajustar las vacaciones de su mermada plantilla. Algunos sindicatos hablan de bomba de relojería por la falta de previsión de las administraciones ante el cierre estival de unas 9.000 camas, unas 400 en la Comunitat Valenciana.

Con la denominada séptima ola de coronavirus en fase de expansión y/o un bautizado como covid 22 alboreando, las consultas en las puertas de urgencias ya se han disparado un 30%. A todo eso hay que añadir una evidencia previsible como es la llegada masiva de turistas en julio y agosto, especialmente, a las zonas de playa de la Comunitat Valenciana. Los sanitarios que sufren esta sobrecarga asistencial se quejan de que era un colapso anunciado. No les falta razón. El propio conseller Miguel Mínguez confirmó el 15 de junio tras el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud que habría 'vacantes' sin cubrir en las vacaciones para un verano que ya reconocía sin los médicos suficientes.

Las consultas en las puertas de urgencias se han disparado un 30% con la séptima ola

Aquello de que la política es el arte de lo posible, debe ser que no va por la sanidad sobre la que, paradójicamente, se asienta un pilar clave del estado del bienestar.

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