Secciones
Servicios
Destacamos
Imagínese qué haría si todo el mundo pudiera verle pero nadie supiera quién es. ¿Cómo se comportaría? Es lo que propone 'Real Self', una experiencia inmersiva que se ha presentado hace poco en Buenos Aires. Antes de empezar, para evitar sustos, se les pasa a ... todos los participantes un detector de metal. Después, deben desprenderse de todas sus pertenencias. Las dejan en una caja individual y se colocan una máscara, un traje y unos guantes blancos de manera que su aspecto queda irreconocible para el resto. A partir de ahí, las 150 personas -asistentes y, a la vez, 'actores' de la representación- entran a una sala, que pueden abandonar cuando deseen, en la que, durante 75 minutos, les hablará una voz en off, escucharán música y verán proyecciones interactivas de 360 grados. Los promotores de la propuesta no dan demasiadas pistas sobre lo que sucede pero la mayoría que ha pasado por allí describe una vivencia liberadora, emocionante y divertida. Aunque también hay quien cuestiona la libertad del formato puesto que, al fin y al cabo, todo queda condicionado por sus cláusulas. La disruptiva iniciativa ha tenido un gran éxito en la capital de Argentina. Tanto es así que se ha ampliado el número de sesiones previstas y se negocia para exportar la función a otros lugares, entre ellos, España.
En este mundo roto, como canta Macaco, una espesa capa de filtros oculta las autenticidades, incluso la cotidianidad más mundana se muestra como un decorado o un escaparate en el que todo está a la venta en directo. Las pantallas asedian el pensamiento de mayores y menores como un comecocos. La búsqueda desesperada de la aprobación ajena mediante la tiranía del 'me gusta' genera, en ocasiones, incluso una competición por ver quién se sitúa en el podio del postureo. Detrás de ese escenario de lo viral también buscan su hueco los políticos tratando de asegurar el plácet de los 'influencers'. Lo que haga falta para ganar un puñado de fieles prescriptores. Los partidos engrasan su maquinaria electoral para lograr el enamoramiento a primera vista de los votantes sin reparar en lo que desvelaba Antoine de Saint-Euxpéry en El Principito. Que «solo se puede ver correctamente con el corazón; lo esencial es invisible para los ojos».
Dale una máscara a alguien y te dirá la verdad. Esta frase de Oscar Wilde inspiró al ideólogo del proyecto 'Real Self'. Ponerse una careta para descararse. Un ejercicio que puede resultar tan extravagante como necesario. ¿Asistiría algún candidato electoral a una prueba de estas características? Seguramente preferirían los previsibles debates televisivos en los que se impone el narcisismo a la empatía con el ciudadano.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.