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«¿ESTÁ VICENT? QUE SE PONGA»

Palabras sobrantes ·

Burguera .

Valencia

Lunes, 23 de diciembre 2019, 07:52

La aprobación del presupuesto de la Generalitat para 2020 es parecido a la 'pax romana'. Las conquistas de los descendientes de César Augusto apaciguaron las luchas internas entre las tribus de Europa, Oriente Medio y el norte de África. Pues algo parecido en la Generalitat. Ese dinerito fresco de las cuentas públicas riega las consellerias y da luz verde a las líneas de actuación del Gobierno valenciano. Así que, señoras y señores, es bastante probable un inicio de alto el fuego en el Botánico. Ya puede recorrer la Comunitat fenomenalmente el vicepresidente Dalmau, sin pausa. Nadie preguntará por dónde anda. Sus socios estarán en sus cosas. El ambiente se enrareció tanto este año, cuando Puig tomó La Decisión Histórica (LDH), adelantar elecciones (que se zanjó en cuatro diputados más para el PSPV y un cabreo de órdago de Oltra), que ni disfrutaron de la victoria electoral. Cuando lograron aclararse con el reparto de consellerias descubrieron que, en el día a día de la gestión, ojo al ripio: la pasta se había esfumado y ni siquiera lo habían celebrado.

Ahí hubo (y hay) dos problemas. Por un lado, la infrafinanciación, y por otro, que en octubre de 2018 alguien se pasó de alegre y confeccionó unos presupuestos para este año donde, en vez de la firma del conseller Vicent Soler, debería aparecer la de Isaac Asimov: pura ciencia-ficción. Don Vicent hizo su propia versión presupuestaria del cuento de la lechera. Y este año lo vuelve a hacer para 2020. No es de extrañar que en Les Corts se aprueben los presupuestos. Albricias en el Consell por haber aprobado cinco presupuestos autonómicos seguidos siendo una coalición. Un hito. Pero es que en la Comunitat ha evolucionado el 'café para todos' y, sobre el papel, hay jamón para todos. Como se aprueba en Navidad, jamón. Y marisco, y a chupar la cabeza con todo su cadmio. Eso es sobre el papel. La práctica va por otro lado. Los tres socios reciben partidas como si no hubiera mañana, y ese es el problema. Que siempre amanece y llega mañana.

En primer lugar, se ejecuta poco. Y me refiero al presupuesto. En segundo, la realidad va acompasada con el calendario. Allá por mitad del año próximo, cuando el dinero desaparezca y los ingresos no sean los que deseamos, y llamen desde el Ministerio de Hacienda unos señores muy serios y digan: «¿Está Vicent? Que se ponga». Pues a partir de ese momento es probable que vaya menguando el tono apaciguador que el tripartito intenta exhibir durante las últimas semanas. Y allá por el verano habrá que negociar los recortes del presupuesto aprobado el viernes. Y Vicent Soler volverá a negarse a decir dónde mete la tijera. De hecho, sigue sin facilitar los datos de este año mientras silba la consellera de Transparencia, Rosa Pérez Garijo. Silbará hasta verano. Luego bufará. Y vuelta a empezar.

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