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Hace unos días un adolescente acabó en el hospital después de que un amigo le asfixiara, con su consentimiento, en el patio del colegio durante el recreo. El menor perdió el conocimiento durante unos momentos pero, afortunadamente, lo recobró poco después. Los dos niños quisieron ... reproducir uno de los retos virales que se publicitan en TikTok, una de las redes sociales más potentes del momento. El desafío en cuestión, llamado 'mataleón' o 'juego de la muerte', consiste en estrangular a otra persona hasta que se queda sin oxígeno e inconsciente. Según un reciente estudio de la Universidad Internacional de La Rioja, uno de cada diez adolescentes admite haber practicado alguno de estos peligrosos retos virales y asegura que lo hacen buscando sentirse aceptados por parte de su grupo. La dictadura del 'me gusta' atrapa las mentes cada vez a edades más tempranas. El proceso para lograr ese 'me gusta' provoca en el cerebro un subidón de dopamina, hormona del placer, activando el circuito de recompensa del cerebro. Por eso, la mente interpreta que cada 'like' es un premio social. Es fácil engancharse a esa espiral y muy difícil salir de ella.
Unicef señala en el informe que acaba de presentar, 'El impacto de la tecnología en la adolescencia', que «las tasas de una posible adicción o uso problemático encontradas son preocupantes». El estudio desvela que seis de cada diez adolescentes duerme con el móvil. Y avisa, atención, de que uno de cada cinco está enganchado a los videojuegos y el 50% juega con los que no son aptos para su edad. Puede que no sepan quién es Tintín pero son luchadores profesionales de Fortnite antes de los 16 años.
Desde hace tiempo la Organización Mundial de la Salud (OMS) ruega que se impida el acceso de menores de dos años a dispositivos tecnológicos. Ahora numerosas entidades pedagógicas lanzan un SOS pidiendo que se deje de normalizar el uso de las pantallas antes de los 3 años. Dice el paleontólogo Juan Luis Arsuaga que lo que se inventa no se puede 'desinventar'. Es inviable volver atrás para revertir la tecnología. Es la evolución. Pero llegados a este punto lo único que queda es proteger a los menores desaprendiendo esos hábitos nocivos que ya están arrastrando a los pequeños a las consultas de los especialistas con ansiedad, irritabilidad, déficit de atención o trastornos de sueño como consecuencia de la exposición precoz a internet. Porque la vida no es eso. 'La vida es otra cosa', como recuerda el artista urbano Escif en el mensaje que se escribe sobre la pantalla de un smartphone gigante en uno de sus murales en el centro de Valencia.
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