Borrar
Urgente Aemet confirma el regreso de las lluvias a la Comunitat y activa dos avisos amarillos

La vida con subtítulos

Como un aviador ·

Mikel Labastida

Valencia

Jueves, 10 de enero 2019, 08:18

Se ha enfadado Alfonso Cuarón por los subtítulos que en España le han colocado a su último trabajo, 'Roma'. Resulta que cuando los personajes hablan de 'enojarse' un letrero sobreimpreso indica que esa expresión significa 'enfadarse'. Y que si se refieren a que 'les van a correr' aclaran que aquello viene a ser 'despedir a alguien'. Por si algún despistado tiraba de otra acepción. El director del filme lo ha calificado de ofensivo y ridículo. Alguien debería explicarle que ha tenido suerte, que al menos en esta ocasión se ha hecho una transcripción literal y no una interpretación libre como durante muchos años ocurrió con los títulos de algunas películas. Siempre me he preguntado si John McTiernan es consciente de que en nuestro país su 'Muere duro' se conoce como 'La jungla de cristal'. O qué habría pensado Fred Zinnemann de que 'Mediodía' pasase a la posteridad por estos lares como 'Solo ante el peligro'. Por no hablar de 'Los buscadores' de John Ford, que se convirtieron en 'Centauros del desierto'. Afortunadamente a nadie se le ha pasado por la cabeza denominar a la nueva cinta de Cuarón 'En un barrio de México DF', para que quede bien claro que el título se debe a una colonia de esta ciudad y nada tiene que ver con la capital italiana. A tanto no se he llegado.

Podría haber sido peor querido Cuarón, créame. «Yo no necesito subtítulos al mexicano para entender a Almodóvar», ha respondido desairado. Pero nosotros sí, estamos mal acostumbrados. Precisamos que nos lo den todo mascado y que nos remarquen hasta lo más evidente. Sobre todo esto, lo más evidente, cuando lo interesante sería que nos colocaran subtítulos para comprender lo que no es obvio, lo que no se deja vislumbrar claramente, lo que se lanza con doble intención...

Puestos a fantasear ojalá que la vida llevase subtítulos en lo realmente importante, en lo que está frente a nuestros ojos y no somos capaces de descifrar, en lo que muchas veces nos empeñamos en no ver. Ahí es donde alguien tendría que fijar letreros bien grandes para que luego no tengamos de qué lamentarnos. Porque en ocasiones nos hablan y no entendemos lo que de verdad nos están tratando de decir. Y no es un problema con el idioma, las costumbres o determinada jerga. No va la cosa por ahí. Qué bien nos habrían venido los subtítulos cuando nuestra pareja se quejaba y en realidad nos estaba lanzando un ultimátum; cuando no supimos adivinar lo que se escondía detrás del lamento de un amigo; cuando no captamos las señales que nos enviaban los de nuestro alrededor. Porque la vida -aquí, en México, o en Singapur- nos plantea jeroglíficos que, si no es con ayuda, no son siempre sencillos de resolver. Y para estos bien podríamos disponer de un traductor. Que lo de 'no mames', 'echar la hueva' o 'qué pedo' ya nos encargaremos de averiguar a qué se refieren con un poco de sentido común. Sí, ese sentido común ausente en otras tesituras. A ver cómo se traduce eso.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias La vida con subtítulos