EL VÍDEO DE CARLOTA

Nadie duda del poder de atracción que ejerce la televisión sobre buena parte de los espectadores, por eso es complicado rechazarla cuando se cruza en nuestra vida. Tiene una potente capacidad de seducir, de envolver, de convencer a alguien de que es importante, de hacerle sentir el elegido. Aparecer en ella es una meta o un regalo al que muchos aspiran, aunque para ello hayan de someterse a situaciones poco dignas o firmar contratos endiablados, que prácticamente les privan de cualquier derecho. Conviene sospechar de la televisión incluso en los momentos en que se dirige a nosotros con nobles intenciones, porque siempre esconde un interés que va más allá del que manifiesta. Uno de los pasos más tortuosos por este medio ha sido el de la concursante de 'Gran Hermano' Carlota Prado, que participó en la edición de 2017 y tuvo que abandonarlo después de protagonizar uno de los sucesos más lamentables vistos en televisión. Y digo vistos porque fue grabada en todo momento por las cámaras del programa -esa es la esencia del formato y al parecer no la abandonan ni en las peores circunstancias-. La participante fue presuntamente -no ha habido juicio todavía- víctima de una agresión sexual por parte de un compañero. La gravedad del asunto hubiese requerido una reacción y condena por parte del equipo y de la cadena -Telecinco- mucho más contundente de la que hemos visto en estos años y me atrevo a decir que las consecuencias tendrían que haber sido mayores. Ahora hemos vuelto a ver el rostro desencajado de Carlota en la pantalla después de que 'El Confidencial' publicase un (vergonzoso) vídeo en el que la dirección del concurso le muestra la secuencia del presunto abuso. Telecinco no se hizo eco de la información. Como si no fuese con ellos. Donde sí pudimos ver las imágenes en varias ocasiones fue en La Sexta, tanto en los informativos como en 'Más vale tarde'. La cadena aprovechó para atizar a la competencia a cuenta del suceso, mostrando la cara de espanto de la chica una y otra vez. Aunque ellos aseguraban que su motivación era hacerle justicia. La tele puede ser realmente despiadada.