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VIDORRETA SABE HABLAR

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La 'Factoría de Sabios' de La Rambleta permite conocer el lado más humano del 'coach' del Valencia Basket

Domingo, 22 de abril 2018, 09:21

Me gusta de La Rambleta que a menudo tiene una oferta cultural poco convencional. Ahí está su 'Factoría de Sabios', por ejemplo, donde llevan al teatro a un personaje de la ciudad para que hable de lo suyo y de mucho más, con la idea de que la gente, el público, se marche con algo aprendido. Esta semana sentaron en un sofá a Txus Vidorreta. A un lado se puso Fran Guaita, uno de los periodistas que más sabe de baloncesto en la ciudad. Al otro, Mariola Cubells, que es quien dirige el cotarro.

Fran metió los dedos entre las costillas del entrenador del Valencia Basket para arrancarle lo que todos quieren saber a estas alturas de la temporada -no quiero ni pensar cómo debía estar Jesús Villarreal, puesto que el club intentó que el técnico no fuera-, pero fue Mariola, dentro de un vestido psicodélico, quien amenizó la tarde. No por el vestido sesentero, caramba, sino porque no tiene ni idea de basket y no lo disimuló. Y cuando el que pregunta no sabe de baloncesto pero sabe preguntar, las respuestas suelen ser muy sugerentes. Eso nos permitió ver a Txus Vidorreta sin el uniforme de entrenador.

El 'coach', del centro-centro de Bilbao, tuvo tiempo de recordar sus tiempos de jugador ramplón. «El culo me olía a madera», dijo, pues casi siempre estaba en el banquillo. Pasó tanto tiempo ahí, en el banco de madera, que al final se familiarizó con esa perspectiva de la cancha y decidió probar como entrenador siendo un adolescente. Más adelante empezó Derecho, pero le acabaron echando de Deusto porque era incapaz de aprobar la asignatura de Derecho Político. Y entonces lo intentó con Ciencias de la Información. No acabó pero dijo que se siente periodista porque llegó a trabajar en la Ser, en Radio Bilbao, despertando a los bilbaínos con el informativo matinal.

Allí conoció a Iñaki Gabilondo y le llamó la atención cómo se concentraba, unos segundos antes de encenderse la luz roja del estudio, frotándose las manos. Le marcó tanto esa época que cuando sueña consigo mismo se ve en un estudio radiofónico. Y jamás dejó de serlo y cuela su mensaje con habilidad. De hecho dedicó muchos minutos de su conversación con Mariola y Fran, viniera a cuento o no, a lamentarse de las lesiones, a reclamar que merece una temporada más en el Valencia Basket para poder trabajar sin esta rémora, y para poner en valor sus triunfos ante rivales imponentes en la Euroliga.

Le enseñó a la moderadora que la vida de un entrenador de baloncesto no tiene espacio para mucho más que el baloncesto. «Algunos días soy el primero en llegar a la oficina a las ocho de la mañana». Y que solo disfruta de algún rato de relax cuando han acostado a los niños -Ion, Iosu y Vera- y él y Sonia, su mujer -a quien, por cierto, llamó para decirle que iba a tardar, un detalle que me encantó-, se entregan a las series, con especial fascinación por 'The Good Fight'.

Los hijos le cambiaron por dentro. «Ya hace tiempo que preferí ser feliz a tener razón». Y le enseñaron, sin pretenderlo, a ser menos obsesivo con el baloncesto, con el resultado, con el sufrimiento que lleva añadido ser el entrenador de un equipo de élite.

Mediada la charla ya había quedado resuelta la duda de Mariola y su vestido de colores, quien explicó abiertamente que lo primero que le preguntó a Fran Guaita sobre Vidorreta era si sabía hablar. Sí, Vidorreta sabe hablar y sabe hablar de algo más que de canastas. Aunque también habló de baloncesto y de que está muy orgulloso de que su equipo hace un baloncesto de mates y triples, que es lo que a él le gusta.

Y respondió al público todas las preguntas que tuvo. Que no le gustó que le pitaran. Que Van Rossom, mi amado Van Rossom, es el jugador con más ascendencia en esta plantilla. Que él renovaría a Rafa Martínez. Y mucho más.

Pero a mí me gustó más escucharle hablar con veneración de Lolo Sainz y Nelson Mandela. O esa revelación de que él tiene una visión del baloncesto muy matemática porque desde niño se le han dado bien los números. Y hasta bromeó con que no hay nadie más rápido que él en el cálculo que hacen en el programa de televisión 'Saber y ganar'.

Acabó emocionándose al recordar a su padre, que murió cuando Txus tenía 15 años. «Mi padre tenía tres pasiones: la Medicina, la gestión y el deporte. Y debe estar satisfecho porque mi hermano el mayor es médico, el segundo se dedica a la gestión y yo soy entrenador de baloncesto...».

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