Rafael del Naranco, que fue redactor de esta casa a finales de los años 70 y principios de los 80, le hizo un reportaje a ... un indigente que no tenía ninguna clase de documentación. Era un 'sin papeles' en toda su esencia antes de acuñarse el término, mucho antes de que empezara el fenómeno de la inmigración irregular.
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Aquel hombre, cuyo hogar eran las calles de Valencia, no sabía ni dónde ni cuándo nació. Ya empezaba a haber servicios sociales, pero se resistía a acudir a centros oficiales, prefería apañárselas por sus medios, y ofrecía más o menos este razonamiento: 'Para encuadrarse en algo oficial hay que acreditarse, identificarse, y para eso hay que empezar a pedir papeles, y cuando pidas el primero te van a caer encima todas las exigencias posibles, y así, por libre, me voy librando de todo; vivo y no saben ni que existo'.
Ha pasado el tiempo, las cosas se han complicado bastante más en el orden burocrático, han proliferado instancias administrativas, pero el fondo parece inalterable. Quizá sea mucho más difícil, si no imposible, que haya alguna persona que no conste en ninguna parte, pero permanece el convencimiento colectivo de que es mejor no andar pidiendo muchas cosas, no darse a conocer, a ser posible ni solicitar licencia para asuntos que se puedan orillar; y no por ganas de incumplir, sino más bien por evitar problemas inesperados, porque lo habitual es que entonces se complique la cuestión de manera aberrante.
Un ejemplo bien actual es el de las instalaciones domésticas de paneles fotovoltaicos, para autoconsumo de viviendas o pequeñas granjas y talleres. Las vemos multiplicarse a diario por todas partes, como escuchamos y leemos continuamente que eso es lo que más se promueve desde todas las instancias oficiales. La Generalitat dice que hay que multiplicar por 16 la generación eléctrica renovable para cumplir los objetivos, como el Gobierno central ha fijado en 2035 la fecha en la que ya sólo se venderán coches eléctricos. Sin embargo, las normativas no están nada claras, lo que dicen unos lo rebaten otros y cada ayuntamiento obra según el criterio cambiante de concejales y técnicos. Nos acaban de contar un caso en el que se ha pedido permiso municipal para una instalación modesta en el techo, lo que ha generado retrasos y una cascada de exigencias de 'papeleo', y cuando la persona afectada ha preguntado cuál es el procedimiento seguido en los cientos y cientos de casos que lucen paneles en sus tejados, le han explicado sin tapujos: «Es que esos no han pedido permiso». Moraleja... Como aquel indigente, mejor no pedir nada. Viejos y nuevos problemas; en realidad, los de siempre.
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