Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia

Ha tenido que venir a esta ciudad el señor Tebas, don Javier, para decir a unos y a otros a la cara que el pasacalle está saliendo una chapuza, que es a la inversa de lo que la gente se cree, que todos van con ... el paso cambiado y que ese torrente de descomposición intestinal futbolera que sufren ambas parroquias es poco menos que fruto de una imaginación calenturienta y sin sentido. Por ello, bolígrafo en mano y sin cita previa ni cola que doble la esquina esboza la siguiente receta: 'Que valencianistas y levantinistas rebajen sus agrios humores desde ya, que intenten dormir plácidamente y no hagan caso de pensamientos malintencionados, y que tengan claro que si sus respectivos amoríos se estrellan en junio es fruto del ticketing y algunas cosas más'. Vale. En lo particular ya estoy más tranquilo, pero deje al resto del personal que ejerza su derecho a decidir qué piensa sobre lo que lo que conviene o no hacer. Al fin y al cabo, lo de seguir o no las consignas de este ejecutivo tan locuaz y avispado como valiente corresponderá en todo casi al intelecto de cada uno porque, señor Tebas, en Valencia también hay ilustrados de todos los colores, gente que además de ser fanáticos futboleros entienden mucho más que yo de números. Y estos, me refiero a los números, al final de cada ejercicio no suelen engañar mucho. Aunque los universitarios de letras sólo nos preocupamos de que no desaparezca la '¿' de nuestro vocabulario popular, sabemos que la crisis está que da gusto, que son tiempos de contención y que pese a que la recuperación a nivel global es lenta, la cosa del fútbol a veces suele ser intangible y escapa cualquier previsión. Pero pongámonos en situación, porque se me desvía el asunto. Este lunes por la noche empieza al año nuevo chino, el año del tigre de agua para los más puntillosos. Para los chinos, este nuevo año es sinónimo de renovación, de prosperidad y de buenos augurios. ¡Lo compro todo y me da igual que me la estén clavando! Ahora que todos vivimos pendiente de si los asiáticos nos envían esas cosas que hacen que funcionen las grandes industrias y que nos hagan la vida más cómoda en las pequeñas economías domésticas, la situación me viene al pelo para echar un ojo a lo que el mercado de fichajes nos puede deparar. Por aquello de no salirse del tema asiático, me quedo con el plano valencianista. No me quiero ni imaginar que con las idas de unos y las venidas de otros al Valencia le entre la flojera, porque señor Tebas, aquí además de aficionados también somos ciudadanos, y a algunos nos importa por igual que se metan goles como que arreglen buñuelos de cemento. Es más que probable que una cosa esté ligada a la otra, pero en todo caso tendría sus matices. No me creo que Cutrone, Ferro y Oliva, los fenómenos que vinieron en enero del año pasado, sean los culpables de que el mamotreto de Cortes Valencianas siga muriéndose de asco. Con lo del año del tigre de agua ya me quedo más tranquilo. Casi tanto como con las palabras de Tebas. El mejor augurio que podríamos todos tener es que los futbolistas estuvieran locos por fichar por nuestros equipos; que estos no tuvieran la menor duda a la hora de rechazar propuestas de fuera; que no renunciaran a jugar un partido con la empresa que le paga no vaya a ser que la fastidie y le meta un gol al equipo donde voy a jugar pasado mañana; que se pudiera renovar a la gente que de verdad lo merece y a un precio justo; y que de una vez por todas a la afición se la tenga en cuenta, se la escuche para bien o para mal y no se la tome por boba. Seguramente así todos nos llevaríamos mejor y no haría falta ir al médico.

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