Como está mandado, cada vez que se produce un desastre natural sale a la palestra inmediatamente el calentamiento global como razón esencial de todo lo ... que nos pase sobre la faz de la Tierra. Sin embargo esa convicción unívoca de la causa general que puede estar detrás de todos los males impide afrontar otras cuestiones que condicionan con toda seguridad los mismos efectos. Por ejemplo, en las inundaciones en Alemania-Bélgica-Luxemburgo-Países Bajos han quedado en evidencia evidentes deficiencias en la ordenación del territorio, la ocupación indebida de espacios potencialmente inundables, que, como hemos visto, también es un problema en países centroeuropeos, no sólo en España, donde conocemos el problema desde hace tiempo.

Publicidad

El oscurantismo que reinó en épocas antiguas se debió en gran medida a las influencias religiosas que frenaron avances científicos. Era más cómodo argumentar que todos los males se debían a haber ofendido a Dios: nos asola el pedrisco por desoír a los Cielos, caemos enfermos porque acumulamos pecados, la sequía es una señal de los santos, sufrimos hambres y guerras por nuestra incuria y falta de fe... Detrás de todo estaba siempre la omnipotencia divina, de cualquier dios, y ante eso poco o nada podía hacer la pequeñez humana, que debía mostrarse más dócil y sometida.

No podemos caer en lo mismo ahora, cuando tenemos a mano tantas luces. Los popes doctrinarios ganaban feligreses a base de ofrecer cómodos planteamientos y complacencia. Pero no se avanzaba en el pensamiento, en investigar de verdad. Defender que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol y que la sangre circulaba por arterias y venas podía costar la hoguera. Tuvo que pasar mucho tiempo para que desapareciera el miedo a ser condenados por herejes; mejor era callar para sobrevivir.

Si la causa es el calentamiento, nunca corregiremos errores en la ordenación del territorio habitado

La ortodoxia impone como causa omnipresente la premisa del cambio climático, y casi nadie se atreve a decir nada más, a investigar más allá, por si le señalan y le tildan de negacionista. Pero de esta manera se corre el riesgo de no conocer las verdaderas razones y carecer de remedios certeros. Si las catastróficas inundaciones de Alemania se deben a lo inabarcable y no a que se han construido casas, fábricas y carreteras en los meandros de los ríos, no habrá fuerza moral y legal suficiente para tomar decisiones que eviten dichos errores, y a la larga volverá a pasar lo mismo. Si hay atrevidos que llegan a decir que el Covid es prueba de la misma causa del calentamiento y se deja que la aberración prospere, quizás dé también lo mismo ponerse a vivir a orillas de un río que hoy parezca poca cosa.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias al mejor precio: 3 meses por 1€

Publicidad