Quien hoy en día tiene un trabajo (o varios) tiene un tesoro. Si el empleo es del ámbito profesional de su vocación es doblemente afortunado. Y si el sueldo le da para cubrir necesidades y gastos mensuales con dignidad puede sentirse más que premiado en ... la lotería de la vida. Resulta cuasi una heroicidad renunciar a ese refugio laboral para probar suerte, qué sé yo, en el idealizado emprendimiento. Con la que está cayendo (expresión vigente desde principios del presente siglo hasta quién sabe cuándo), no hace falta salir de la zona de confort para pisar arenas movedizas. Porque la zona de confort se desestabiliza sin que quien vive en ella se muestre si quiera interesado en salir de sus confines. Sin buscarla, la incertidumbre le llama a la puerta todos los días con una nueva alerta roja. La última con el dato avanzado ayer por Eurostat que indica que la inflación de la zona euro escaló hasta el 10,7% en octubre. La pérdida de poder adquisitivo sigue así en caída libre y, para los hipotecados, sin freno de mano. El euríbor, principal indicador de referencia para las hipotecas de tipo variable en España, asciende sin tocar techo. Unos 200 euros de más deberán abonar a partir de ahora los prestatarios que han revisado sus cuotas en octubre, como consecuencia de la reciente subida de 75 puntos básicos aplicada por el Banco Central Europeo(BCE) que ha dejado los tipos de interés en el 2%. Teniendo en cuenta que la maniobra del BCE no ha impactado sobre los precios todo parece conjurarse, como ha advertido la propia Christine Lagarde, para que el regulador bancario europeo apueste por subir dentro de poco todavía más el precio del dinero. Cuando eso ocurra, las familias tendrán el cinturón tan apretado que tan solo podrán respirar puesto que, de momento, no se cobra por el aire inhalado. Con los bolsillos vacíos, solo queda echarse las manos a la cabeza. Porque, dejando a un lado la economía, las otras señales globales del panorama actual no invitan a la esperanza: los que provocan las guerras siguen matando civiles impunemente y amenazando cada dos por tres con apretar el botón nuclear como si el planeta fuera el escenario del 'Hundir la flota'; cuando todavía no se ha dado por finiquitado al coronavirus, se empieza a debatir sobre la próxima pandemia que sacudirá la humanidad; y, mientras tanto, el cambio climático avanza como como cataclismo inexorable.
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La crisis -la que sea-, lejos de ser una excepción, es la regla permanente. Muchos lo llaman 'permacrisis'. Se multiplican los desafíos en un contexto cada vez más frágil y volátil, ¿y qué expectativas ofrecen los líderes políticos? La respuesta es Ø. Lo que en matemáticas se denomina un conjunto vacío.
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