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Directo El precio de la luz se encarece con la nueva tarifa este lunes: las horas prohibitivas para enchufar electrodomésticos

Hace algo más de un año se hizo viral un vídeo que muestra la reacción de una mujer adulta, que recibe por primera vez en ... su vida una preciosa muñeca. Lilián rompe a llorar, en público, tras rasgar el papel que envuelve la caja, a la que se abraza. «No me llores» le dice, acercándose, su amiga y compañera de trabajo. «Nunca en mi vida tuve una muñeca» explica, emocionada, a los trabajadores que ocupan mesas contiguas en el comedor de la empresa. La emoción y las palabras revelan una infancia llena de privaciones; toda una lección. Pero la captan, desprevenida, en un momento de gran vulnerabilidad, en el que no es dueña ni de sus sentimientos, ni de su imagen. Vivir el momento y ser testigo de la emoción de Lilián en aquella cafetería gris es un privilegio: disfrutar al ver cumplido un anhelo de la infancia. Pero, como demuestra el vídeo, no basta con vivirlo. Lo que no es captado y almacenado en la memoria de un dispositivo digital, fuera de nosotros, no existe.

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