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Las negociaciones en Les Corts de los presupuestos cuentan con nuevas protagonistas. Fuentes del tripartito admiten que «echamos de menos a Mata». Manolo. Y es ... que, como dice el poeta, la tendencia del ser humano es embellecer el pasado. Porque ahora ya nadie recuerda las «cosas de Manolo», que era cuando el anterior portavoz del PSPV salía por peteneras, apuntaba fuera del tiesto, rebasaba la tangente, etcétera. Como venía «valenciano de casa», había un componente azaroso que ahora se echa de menos. O no. En el PSPV, Puig apostó por Ana Barceló, que es menos de torcer el renglón o de reírse en los velatorios. En los despachos parlamentarios del socialismo valenciano, actualmente, el walkie-talkie siempre está encendido. Si hay que toser, antes se envía un mensaje y hasta que no llega el «cambio y corto» ni se chista, ni se tose, ni se respira, ni nada. Es cierto que es un método de comunicación algo viejuno, pero así se evitan excusas. A Mata a veces le fallaba la cobertura, o no leía los mensajes, o sufría una caída de la red o del caballo. El walkie, mucho mejor, algo rústico quizá, pero, por si falla, el PSPV ha pedido a un colombaire un par de palomos que se tienen más que aprendido el trayecto entre las ventanas del PSPV en Les Corts y el terrao del Palau de la Generalitat. El problema, en realidad, no es de los socialistas, sino del modo en que se entiende el liderazgo.
Llevo años barruntando que la globalización y la era digital la inventaron los jefes para no tener que delegar. Lo de establecer una gran red de comunicación, rápida, que se extienda hasta el rincón más remoto del planeta, permite que un jefe como dios manda pueda decirle a todo el mundo y en todo momento lo que tiene que hacer. Esto se explica con ejemplos anatómicos, que si el cerebro envía señales al resto del cuerpo, incluido el duodeno... La diferencia es que en el cerebro están las neuronas y la materia gris, por lo que la instrucción se da por derecho natural, y no por el mérito y capacidad imperante, a veces más explicable por la habilidad en trepar, tramar, acuchillar o dar la cabotá. El meñique está ahí desde siempre; sin embargo, nadie sabe si en la cúpula de un partido la materia gris es más numerosa que en el riñón del partido. O en el hígado, a veces tan castigado por los gin-tonics.
Los versos sueltos en demasía tienden a generar un mundo caótico. Sin embargo, el problema de los dictados es que también generan una tendencia, en este caso a la repetición. Todo invento y avance trascendente nace de alguien que se salta la norma. Eso debería tenerlo siempre en cuenta un tripartito que, además, dio a luz esa maravillosa Conselleria de Innovación.
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