Ximo: más sabe el diablo por viejo que por diablo

Está claro que Ximo Puig ha sido el primer barón socialista que ha golpeado y eso vale por dos. Queda esperar cómo otras comunidades gobernadas también por el PSOE siguen el melón que se ha abierto en Valencia. A Sánchez no lo quiere nadie cerca, ni siquiera los suyos porque saben que una alianza en su misma línea es sinónimo de muerte y destrucción y con unas elecciones municipales y autonómicas a la vuelta de la esquina, cuanto más lejos esté el muñeco, mejor. Puig lo tiene claro y ha presentado esta rebaja fiscal como él sabe, con tranquilidad, moderación y un tono ameno, sin levantar una palabra más alta que la otra. Todo lo contrario a lo que estamos acostumbrados en los últimos años con políticos enfrentados cuyo único objetivo es el descrédito del contrario.

El ejecutivo central no está cómodo con esta situación y se ve obligado a mover ficha con el nuevo paquete fiscal que presentará en el día de hoy. A Puig, en su foro interno, seguro que le suena aquello del «ladran, Sancho, luego cabalgamos». No tiene muchas opciones para renovar el cargo tal y como pinta la situación, máxime con lo que saben que va a venir, que mejor no es. Pero el PP valenciano va a tener que remontar mucho para neutralizar el golpe de efecto de Puig, si bien es cierto que los vientos soplan a favor del barco de los populares.

Me da la sensación de que el descoloque neutralizó o enfadó incluso al PP en el debate sobre el estado de la Comunitat. Además, el golpe de efecto de Puig anuló cualquier posible ataque a su gobierno con dos temas de actualidad que le afectan directamente: por una lado, el tema Mónica Oltra, tras la citación como investigados a su jefe de gabinete y a la vez primer marido en el caso del encubrimiento de abusos sexuales por parte de su segundo esposo (menudo culebrón), y a Francesc Gamero, quien fuera subsecretario de Igualdad. Y por otra parte, el expresidente de la Diputación de Valencia, Jorge Rodríguez, que anda por los juzgados estos días por el caso Alquería. Dos buenas razones para desgastar al Botànic, pero por ahora bola de set para Puig.