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Con Zapatero empezó todo

BELVEDERE ·

Pablo Salazar

Valencia

Miércoles, 17 de junio 2020, 07:35

Cada vez que José Luis Rodríguez Zapatero realiza alguna declaración pública, cada vez que participa en algún acto, se reúne con un dirigente, viaja a un país determinado o da apoyo a una causa, viene a consolidar la extendida creencia de que con él, con su nefasta etapa en la presidencia del Gobierno, empezó todo, que es a partir de él, de su sectaria y radical manera de entender la política, cuando se contamina la relación entre los partidos, entre la izquierda y la derecha, se dinamitan todos los puentes y se hace imposible el entendimiento, la negociación y hasta el diálogo más elemental. Su más reciente aportación consiste en calificar a Ciudadanos como «uno de los peores experimentos de la democracia» y en animar a Pedro Sánchez a seguir gobernando en coalición con Unidas Podemos. Esto último no sorprende a nadie, el PSOE de Zapatero se encuentra mucho más cómodo con los populistas y comunistas de Iglesias/Garzón que con un partido moderado de centro. El expresidente es al fin y al cabo heredero o representante del alma revolucionaria que anida en el partido del puño y de la rosa, una tendencia que abandonó durante los años de Felipe González, que impuso el giro hacia la socialdemocracia. Zapatero habla el mismo lenguaje que el líder morado, mientras que Rivera antes o Arrimadas ahora están en otra onda. Pero su sinceridad puede llegar a resultar indignante. ¿Es acaso Ciudadanos un «experimento» peor que Bildu? Para Zapatero sí, no hay más que recordar que no tuvo ningún problema en reunirse con Otegi. Como no lo ha tenido en blanquear el decadente y corrupto régimen de Maduro, sin importarle demasiado la represión política o el hambre del pueblo. Pese a los errores cometidos en los últimos tiempos, Ciudadanos será siempre recordado por haber plantado cara al nacionalismo soberanista catalán, por haber destapado su corrupción moral y económica y por ganarle unas elecciones autonómicas. Todo lo cual molesta al autor de «apoyaré la reforma del Estatut que apruebe el Parlament», el irresponsable aval del Gobierno a una nueva norma que el Tribunal Constitucional acabó tumbando, la mecha que encendió la mascletà independentista. No debe molestarse Ciudadanos por este ataque gratuito del expresidente, un nuevo desahogo que apenas sirve para ratificar lo que primero fue una sospecha y pasados los años se convirtió en un clamor: que con él comenzó el desmantelamiento de lo que se había construido durante la Transición, una operación de largo alcance en la que Podemos actúa como ariete en colaboración con ERC, Bildu y compañía, mientras el PSOE deja hacer.

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