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Cambio climático | Las (otras) caras del cambio climático

Las (otras) caras del cambio climático

Los expertos abogan por la elaboración de un informe sobre el impacto en la Comunitat que incluya medidas para mitigar sus efectos| El turismo, la agricultura o la salud también se ven afectados por un proceso ante el que no hay vuelta atrás

Isabel Domingo

Valencia

Sábado, 4 de mayo 2019, 01:44

Una gota rueda sobre el hielo y cuelga sobre el vacío / por su propio peso acaba por caer dentro del río / el tiempo que todo lo cura, también todo lo derrite...» Así empieza el cantautor Jorge Drexler su canción 'Despedir a los glaciares', un tema escrito a raíz de conocerse que Venezuela va a perder su último glaciar, Humboldt, del que apenas quedaba a finales de 2018 un 1% de lo que tenía en 1910. Una canción para reflexionar sobre el cambio climático que refleja una de las imágenes siempre asociadas a este fenómeno sobre el que los científicos llevan años dando la voz de alarma.

Pero la variación global del clima en la Tierra (el verano se prolonga actualmente cinco semanas más que en la década de los 80, según los datos recogidos por Aemet en su Open Data Climático) no sólo tiene impacto sobre el Amazonas, el Sáhara o la Antártida. Como apunta el ambientólogo valenciano Andreu Escrivà, «el cambio climático no sólo va del medio ambiente, sino que nos afecta a todos». Porque, desde el turismo a la salud, pasando por la agricultura, sufren los efectos del clima. Sin embargo, hasta hace unos años, no han saltado las alarmas.

«Hemos enmarcado el problema como ecologista y la gente ha pensado que no le va afectar porque lo ve lejano. Además, no ha habido consenso científico porque había dos visiones: la de quienes lo consideraban como grave y la de los negacionistas. Por ello, si la gente percibe que los científicos están divididos, no se les hace caso», reflexiona Escrivà, autor del libro 'Encara no és tard', en el que aborda el cambio climático. «Lo hemos subestimado porque no generaba sensación de urgencia», resalta.

Las cifras

  • 0,30 grados por década sube la temperatura del mar Mediterráneo, lo que dispara las noches tropicales. Lo recoge el estudio de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) elaborado con los datos incluidas en el llamado Open Data Climático, una herramienta de acceso libre desde este mes.

  • 6% ha aumentado la proporción de zonas con climas semiáridos en España con respecto al periodo 1961-1990, según el informe de Aemet. Supone unos 30.000 kilómetros cuadrados de territorio.

  • 9 días. Es el tiempo que se alarga el verano de media por década. Es decir, el verano hoy en día se prolonga durante cinco semanas más que a comienzos de los años 80. Es especialmente notable entre abril y octubre.

Sin embargo, sí que existe esa urgencia. El turismo, por ejemplo, representa el 20% del PIB de la Comunitat Valenciana. «Si no hubiese playa, ¿qué sucedería?», se pregunta Escrivà, que pone sobre la mesa estudios que señalan que en 10-15 años la cornisa cantábrica tendrá más turismo de sol y playa que el mediterráneo. ¿Motivos? Aumento de las temperaturas, calentamiento del mar Mediterráneo, más noches tropicales. «Como media la temperatura ha subido en la Comunitat Valenciana 0,7 grados desde 1950 a la actualidad. Y esto es una barbaridad en términos climáticos», detalla el catedrático y director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante (UA), Jorge Olcina. «Nuestro clima se está volviendo menos confortable, especialmente por las noches. El número de noches tropicales se ha cuadruplicado desde 1970 a la actualidad», añade. Por ejemplo, si Valencia o Alicante ciudad registraban 15 o 20 al año, ahora son 70-80.

Esta situación tiene dos efectos sobre el turismo, sector que también mira con preocupación el cambio climático. «Se prolonga la temporada alta y se amplían los extremos, porque en febrero y en noviembre, incluso en diciembre, hay ocupación elevada», explica la secretaria general de Hosbec, Nuria Montes, que comenta que esto implica, por ejemplo, una consecuencia positiva porque el empleo se mantiene. Pero, y ahí está la cara negativa, «beneficia al mercado europeo, especialmente al centroeuropeo, donde los veranos ya no son tan fríos y hace que esos turistas ya no sientan la necesidad de buscar nuestro sol para tener buen tiempo».

Vegetación. Uno de los efectos del cambio es la alteración de la floración de algunas especies. Jesús Signes

Incendios complicados

Si se habla de verano, la mente asocia la palabra incendios, donde también entra en escena el cambio climático. Aumento de temperaturas, escasez de lluvias, regeneraciones complicadas tras un fuego forestal... «Nos afecta, puede complicar las labores de extinción en un incendio. Estamos viviendo cambios importantes», incide el inspector jefe del Consorcio de Bomberos de Valencia, José Miguel Basset.

Entre esas alteraciones, por ejemplo, el catedrático de Física de la Tierra de la Universitat de València José Antonio Sobrino enumera el incremento de la temperatura del aire, que podría aumentar hasta cinco grados en 2100 si no se reduce la utilización de combustibles fósiles; que el nivel del mar podría ascender hasta un metro en 2100 si mantiene la subida de tres milímetros anuales; o cómo el centro de la ciudad de Valencia registra una diferencia de cinco grados por las noches respecto a zonas rurales.

Las oscilaciones bruscas del tiempo no sólo causan alteraciones en los episodios de calor o lluvia. LP

A la lista de oscilaciones bruscas hay que sumar el descenso de las precipitaciones anuales, el aumento de la irregularidad estacional de las lluvias o el incremento de su intensidad. «Llueve menos días pero lo hace de forma más intensa», comenta Jorge Olcina. ¿Consecuencias? Las posibilidades de que se desarrollen episodios de gota fría se incrementa y, por tanto, el riesgo de inundaciones, al tiempo que habrá cambios en la composición de especies de peces y algas y llegarán más especies invasoras desde el Atlántico tropical y el Mar Rojo, avanza el también presidente de la Asociación Española de Geógrafos.

De ahí que plantee la necesidad de que los territorios se adapten al futuro climático «desde ya». A su juicio, «urge la elaboración de un informe de estado de la cuestión sobre el cambio climático en la Comunitat, al estilo de los que ya se han hecho en el País Vasco, Cataluña o Castilla-La Mancha». «Es importante saber con precisión cómo estamos y qué posibles medidas de mitigación y adaptación debemos poner en práctica». dice. Olcina apunta, al igual que Sobrino, las energías limpias y renovables.

Más ingresos hospitalarios y enfermedades respiratorias

Otra de las aristas del cambio climático es la de la salud, ya que, como explica el jefe de la sección de Neumología del Hospital La Fe, Alfredo de Diego, «a nivel respiratorio tiene influencia en la salud, no sólo por los cambios de temperatura sino también por las consecuencias de la contaminación, la mayor sequedad en el aire o la concentración en la atmósfera de gases».

De Diego recuerda que, por ejemplo, en el año 2000 se hizo un estudio en este centro hospitalario durante un año para observar a los enfermos de asma y las relaciones con la polución, especialmente en los días de mucho calor. Tanto las personas que padecen asma como EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) son «las más afectadas por el cambio climático». No obstante, también son colectivos vulnerables los ancianos (sobre todo, si tienen enfermedades previas) o los menores.

Este especialista también hace hincapié en las alergias, dado que ahora los ciclos de polinización han variado y son mayores. Como sucede en episodios de calor, la principal recomendación es, en los días de niveles más altos, «evitar salir o hacer ejercicio al aire libre».

Y desde AVA-Asaja, su secretario general, Juan Salvador Torres, recuerda que la agricultura también puede ser «una herramienta» de lucha contra el cambio climático porque los cultivos captan el dióxido de carbono que no vuelve a la atmósfera, mitigando el efecto del calentamiento global. Por ello, pide «más recursos» para que esta forma de vida «pueda mantenerse», ya que es de las más afectadas por las alteraciones del clima. En este sentido, recuerda Escrivà, «cacao, café y cerveza están amenazados. Son ejemplos que pueden hacer ver a la sociedad la importancia y el impacto del problema. Y quizás también ayude no pensar tanto con un sentimiento de culpa sino con un sentido de responsabilidad, es decir, ¿qué puedo hacer a partir de hoy para ayudar?».

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