Delitos económicos. Especulación. Los claroscuros de la educación. Nacionalismo y regionalismo. Pactismo político. O libertades ciudadanas. Son temas que cualquier ciudadano con interés hacia la actualidad ha podido leer en los últimos meses en artículos de opinión, en redes sociales o en debates televisivos.
El trabajo es mucho más que una recopilación de dieciséis artículos. Cada uno se acompaña del análisis de una personalidad actual, tanto del ámbito político -escriben cuatro presidentes de la Generalitat- como del sindical, el educativo o el puramente civil. «Sobre todo hemos pretendido enfatizar que sus ideas y reflexiones son aún plenamente válidas», resume Pablo Broseta.
-¿Cómo se fraguó la obra y se seleccionaron los textos?
-Partimos de una preselección de un centenar, en la que fue fundamental el trabajo de María Consuelo Reyna, gran amiga de mi padre y de la familia. Y el objetivo era elegir los que a fecha de hoy tendrían plena vigencia, contextualizándolos a través de las colaboraciones y manteniendo la pluralidad ideológica con la que siempre hemos trabajado desde la asociación.
-Pese a su legado político destaca el peso que se da al ámbito educativo. Escribió sobre la llegada de la selectividad (1974), donde aboga por premiar el esfuerzo compensando además las desigualdades de origen, o de los males de la universidad.
-A Manuel Broseta lo asesina ETA cuando iba a dar clase. Era su rutina, en la que nunca fallaba. Siempre defendió que cualquiera pudiera acceder a los estudios independientemente de su condición, seguramente influenciado por su vivencia. Él pudo hacerlo gracias a las becas. Pero añadiendo un matiz: aplicando también la filosofía del esfuerzo. Que el que estuviera becado justificara la continuidad de su formación, o que el que se lo podía pagar no tuviera el derecho a ocupar una plaza si tardaba un montón de años en sacar la carrera.
-¿Sus artículos le llegaron a causar problemas con la dictadura?
-El Tribunal de Orden Público le denunció por uno de ellos, pero la causa fue archivada. Cualquiera que se manifestara públicamente en contra de lo que había y a favor de lo que querían que llegara era un objetivo. Enarbolaban un deseo común de mejorar como sociedad, y tenían claro de dónde venían, dónde querían ir y cómo hacerlo. Y obligados a mantener una actitud de diálogo, que era necesaria, igual que lo era la aceptación de la renuncia. Creo que sería una de las cuestiones por las que hoy más se implicaría. No tiene ningún sentido el momento político que estamos viviendo, que es convulso y de crispación.
-¿A qué se refiere en concreto?
-A que en política ya no se quiere buscar el punto en común, sino convencer de que el tuyo es el válido. Y me parece estéril. Contrario al espíritu de la generación de la Transición. Estoy seguro de que hoy en día también hay objetivos comunes entre los dos grandes partidos. Y que la mayoría de la sociedad civil estaría mucho más satisfecha de haber tenido en los últimos siete años una acción política en la que unos y otros hubieran negociado, y renunciado, como se hacía antes. Pero no es tan cómodo como buscar la aritmética para gobernar.
-Precisamente el análisis de Miquel Roca critica a los que critican el legado del 78.
-Hay que aceptar que haya voces que la consideren imperfecta. Pero hay que contextualizar, por ejemplo con lo que se negoció y a lo que se renunció por todas las partes. Pero sí me cuesta admitir que se defienda la necesidad de acabar con el llamado régimen, palabra que no me gusta, del 78. Lo que esa generación consiguió, y lo que después cuidamos y desarrollamos todos, es lo que permite a esta gente decir y defender cuestiones que sus padres no pudieron ni expresar.
-¿Sobre qué escribiría Manuel Broseta en su próxima tribuna?
-Sobre la situación actual desde la perspectiva de la crispación política, y sobre cómo los grandes partidos que representan lo votado por la inmensa mayoría de la población se han visto obligados a distanciarse de manera brutal tras la desaparición de las mayorías absolutas, por no buscar una posición inteligente de buen gobierno. De trabajar para la mayoría social, de negociar, de hablar de sapos que se tendrían que tragar. Algo que pondría en su lugar a los extremos que ahora condicionan la vida política. Escribiría sobre la necesidad de volver a esa dinámica de acuerdos. Y también de sentarse para pactar una buena ley de educación y una buena financiación.
La presentación de la obra, en La Rotativa de LAS PROVINCIAS
El espacio La Rotativa acoge el miércoles la presentación de 'Manuel Broseta: la vigencia de su pensamiento', en un acto en el que participarán Ximo Puig, Pablo Broseta, Vicent Soler e Iñaki Zaragüeta. Aunque la mayoría de artículos tienen cariz político llama la atención el que interpreta su nieto, Alberto Broseta, sobre la faceta más familiar del profesor, destacando «el diálogo como método para hallar una convivencia sostenible» entre padres e hijos.
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