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Personal sanitario accede al quirófano de un hospital valenciano. lp

La pandemia obliga a suspender más de 135.000 operaciones en la Comunitat

La demora quirúrgica casi se duplica un año después de irrumpir el virus y en los picos se llegó a paralizar el 70% de las intervenciones

Daniel Guindo

Valencia

Martes, 11 de mayo 2021, 00:08

La saturación que sufrían los centros sanitarios valencianos a principios de enero a causa de la intensa tercera ola de la pandemia obligó a la ... Conselleria de Sanidad a remitir a todos los departamentos de salud una batería de medidas para tratar de que el aluvión de pacientes contagiados no terminara de colapsar los hospitales. Entre ellas destacaba la supresión de operaciones y consultas, y la derivación de pacientes –tanto de unos hospitales públicos a otros como al sector privado–; medidas que también se tuvieron que implementar en la primera ola y que se han traducido en la suspensión de más de 135.000 operaciones no urgentes. En concreto, según apuntaba el presidente de la Asociación Española de Cirujanos (AEC), Salvador Morales-Conde, la suspensión de cirugías en los hospitales españoles el pasado año llegó al 40% en comparación con el ejercicio anterior. En el caso de la Comunitat, el último año sin pandemia (2019) se llevaron a cabo 385.316 operaciones, 337.596 programadas y 47.720 de ellas urgentes, como recoge el anuario estadístico de la conselleria. Por tanto, a lo largo del último año se habrían pospuesto entorno a 135.000 intervenciones.

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En esta línea, y como apuntaba el presidente de la Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor (Sedar), Javier García, en los picos de la pandemia –en la Comunitat podrían ser la primera ola, entorno a marzo del pasado año, y la tercera, enero principalmente–, la suspensión de operaciones podría elevarse hasta el 70%, de ahí que incluso la cifra podría ser mayor. De hecho, en la primera acometida del virus los quirófanos estuvieron sin actividad –más allá de lo urgente– prácticamente un mes y medio; mientras que en la segunda este frenado se extendió durante dos meses. En ambos periodos, por tanto, se dejaron de realizar cerca de 100.000 operaciones –de media, en la Comunitat se llevaban a cabo unas 28.000 intervenciones programadas al mes–.

La medida de cerrar quirófanos y suspender operaciones no ha sido caprichosa. Los hospitales cuentan con un espacio limitado y el repunte de pacientes graves obligó a crear salas de cuidados intensivos en nuevos espacios. Los quirófanos eran los lugares idóneos por su capacidad de aislamiento. Además, las operaciones requieren de zonas de despertar –también ocupadas por pacientes Covid– y siempre presentan cierto riesgo, por lo que estos pacientes son potenciales usuarios de camas UCI, de ahí que se dejen de hacer también para evitar más pacientes graves que requieren cuidados intensivos.

Sin embargo, la decisión no ha sido inocua. La consecuencia más visible ha sido el aumento exponencial de las listas de espera. En febrero de 2020, último dato prepandemia, la demora quirúrgica estructural –no incluye a aquellos usuarios que se les he ofrecido ser derivados a la sanidad privada y lo han rechazado– se encontraba en 80 días, lo que suponía la espera más corta de prácticamente el último año. La bolsa de pacientes pendientes de pasar por el quirófano desde hacía seis meses o más contaba con algo más de 22.000 personas. Un año después, el pasado mes de febrero, la demora casi se había duplicado hasta los 150 días y los pacientes que más esperas sufrían rozaba los 25.000.

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Deterioro en los pacientes

Pero la paralización de los quirófanos –y en parte también de las consultas de Atención Especializada– ha generado, asimismo, un deterioro en los pacientes y, en algunos casos, un aumento de la mortalidad (en el caso de cirugía cardiaca ha pasado del 4,2% de 2019 al 8,2% de 2020, según apuntaba García). El presidente del Sedar también señalaba, por ejemplo, que retrasar ocho semanas una intervención de cáncer de mama aumenta el riesgo de muerte un 17% y si la espera alcanza las doce semanas la mortalidad se dispara hasta el 26%. García calcula que haría falta incrementar el ritmo en los quirófanos un 30% y aún así harían falta 48 semanas para regresar a la situación prepandemia.

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