Borrar
Urgente Un afortunado gana 122.148,48 euros con la Bonoloto del lunes en uno de los lugares más bonitos de España
Profesionales de la UCI del hospital Arnau de Vilanova de Valencia atienden a un paciente. iván arlandis

Vuelve el estrés a los sanitarios valencianos: «Es peor que en abril, hasta los infartos los desviamos»

Los profesionales constatan la saturación de las UCI y el colapso de los centros de salud: «Es imposible seguir los contagios»

Jueves, 14 de enero 2021, 00:27

Los médicos dan por hecho que ya no hay control de la epidemia, que estamos en plena fase de transmisión comunitaria. El número de positivos está desbocado y los tristes récords de ingresos de pacientes en los hospitales con neumonía por coronavirus se suceden.

La doctora Mónica Díaz lleva 25 años en la unidad de Críticos del Hospital General de Alicante. Es jefa de sección. «Estamos como en abril o peor. No hemos tenido respiro durante todo el año. Hemos tenido que derivar pacientes infartados a planta para que los trate cardiología para hacer sitio en la UCI a los enfermos de Covid», se lamenta.

La situación empezó a ponerse fea en esta segunda ola del Covid a partir de octubre, cuenta la doctora. Las 19 camas de la UCI se dejaron para enfermos del virus y se abrieron nuevas unidades para tratar a críticos no Covid. Pudieron mantener la situación hasta la semana pasada. «Ahora prácticamente no hay ingresos de otras patologías», indica. Toda la zona de críticos se dedica a enfermos de coronavirus, a excepción de la UCI pediátrica, donde tienen ingresados a dos adultos «por falta de camas en las zonas de adultos, por la ocupación masiva de las dos últimas semanas que han sido un horror«, relata. Los ánimos entre los sanitarios »están bastante decaídos«.

La incidencia de pacientes Covid «en esta segunda o tercera ola es mayor que en la primera. Acumulamos más enfermos tanto en planta como en críticos». En este sentido ilustra que mientras la incidencia acumulada de casos en la Comunitat está sobre 565 contagios por cada 100.000 habitantes, «en Alicante estamos en 900. Ingresamos una media de 20 o 30 pacientes al día en el hospital y cinco en UCI. Nos encontramos en transmisión social. Aquí ya no hay búsqueda de contactos que valga. Hay demasiadas ramificaciones».

«La gente debería tener miedo a contagiarse y no poder ser atendida. La edad media de ingresos en la UCI ha disminuido. En la primera ola era de 65 a 70 años, ahora de 60. Tenemos pacientes de 35. Vemos una incidencia en pacientes más jóvenes y con mayor gravedad«, relata.

Los médicos, describe, «estamos saturadísimos» y con la sensación «de que esto no tiene fin». A la doctora Díaz le gustaría que a la gente de la calle, al ciudadano que se ha saltado las normas de que no hubiera más de seis comensales en una cena o una comida navideña o que participó en una fiesta para dar la bienvenida a 2021, «le llegara la gravedad de la situación, del colapso que sufre el personal sanitario por la cantidad de bajas que no se pueden cubrir«.

En la misma cara de la misma moneda de lucha contra el Covid también se encuentran los médicos de Atención Primaria. El doctor Manuel Pérez (nombre ficticio porque prefiere salvaguardar su identidad) trabaja en el centro de salud de Malilla, en Valencia.

El doctor Pérez tampoco destila optimismo. Eso de atender a los pacientes por teléfono no le va nada de nada. «No estoy ejerciendo para lo que me pasé años estudiando«, lamenta.

Inicia una jornada habitual a las 8 horas, aunque llega antes para encender el ordenador. Y hasta las 14 horas, llamadas y más llamadas. Pero nunca acaban a las dos de la tarde. Estiran más el tiempo para tratar de llegar a cumplir las agendas que les marcan. «Antes teníamos un paciente cada siete minutos, algo prudente. Ahora tienes que hacer dos llamadas cada siete minutos. Y luego están los de la agenda Covid. El martes teníamos 150 pacientes Covid para los 10 médicos». Al final de la jornada hablan «con 60 pacientes». Al margen están los «no demorables» y las «visitas a domicilio».

Además, relata que él se niega «a dar el alta a pacientes Covid que han dado positivo si a los 10 días no tienen una PCR negativa». «Esta tercera ola está siendo terrorífica. Es imposible controlar la avalancha de casos«.

Alicia es Técnico de Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE) en el hospital La Fe y subraya que «la presión asistencial ha crecido muchísimo, más que en la anterior ola, pero estamos mucho mejor en recursos porque nos ha cogido un poco más preparados» Sin embargo, para hacerle frente los hospitales han tenido que llevar a cabo una «reorganización total» de las unidades para ubicar a pacientes Covid, «desplazando a los pacientes no Covid y reubicando personal por la necesidad de atender a estos pacientes.

El día a día de esta profesional pasa en una burbuja. En la zona Covid «vamos con un EPI que nos aísla totalmente del exterior, hasta del contacto humano con el paciente que es una sensación devastadora, están sanitariamente muy bien atendidos, pero se pierde el factor humano que es una parte muy importante de nuestro trabajo, el EPI crea una barrera en la humanización de nuestra profesión«, lamenta. A nivel profesional, esta deshumanización de la profesión »no la había vivido antes, salgo de los turnos bastante tocada emocionalmente, porque el calor humano ha sido una base importante del trabajo, y esta situación lo que nos hace es estar súper atentos al trato sanitario y al propio cuidado y a minimizar el riesgo, pero nos hace separarnos humanamente del paciente. Tengo esa tristeza que son pacientes que están solos, que están como al otro lado de una barrera y hay turnos que salgo llorando«. Esta profesional agrega que están luchando para pasar de turnos de siete horas a otros de doce »que nos permitan más días de descanso, sobre todo para el emocional«. El miedo de llevar a su casa el virus también es otro de los aspectos que agrava el desgaste de los profesionales.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Vuelve el estrés a los sanitarios valencianos: «Es peor que en abril, hasta los infartos los desviamos»