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El periodismo será local o (casi) no será: la opinión de los expertos
Los especialistas en comunicación abogan por un modelo de información arraigado en el factor de cercanía: «Ayuda a pensar y fomenta el espíritu crítico» ·
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Los especialistas en comunicación abogan por un modelo de información arraigado en el factor de cercanía: «Ayuda a pensar y fomenta el espíritu crítico» ·
Hace un año, Jeff Jarvis compareció ante un grupo de alumnos de Periodismo de la prestigiosa universidad norteamericana de Scranton para compartir con ellos sus ... reflexiones en torno a un ámbito muy específico del oficio de informar: la comunicación de raíz local. Jarvis, una autoridad a escala mundial en la materia como profesor de Innovación Periodística de la Universidad de Nueva York y creador del 'think tank' Tow-Knight for Entreprenurial Journalism (una de las más reconocidas biblias del periodismo mundial), habló a su auditorio de cómo entre las amenazas que acechan a la profesión se cuenta una muy singular: el riesgo de olvidar el factor de cercanía cuando se dirige a a su audiencia. Ese activo de proximidad, un rasgo de calor en un universo cada día más frío, le parece a Jarvis, como avisa en otros escritos, el sello diferencial para asegurar que el legado del periodismo pase a la siguiente generación. Y la clave, a su juicio, consiste en sellar un contrato de lealtad con el público según esta cláusula: «Servir a la comunidad con información que mejore la vida de los ciudadanos».
Nada nuevo, en realidad, bajo el sol del periodismo, aunque esta clase de ideas merecen ser siempre expresadas y atendidas, sobre todo en esta hora crítica para las sociedades occidentales, cuando peligrosos enemigos conspiran contra el valor de informar. Se trata de un principio que pueden hacer suyo quienes ejercen la profesión y quienes teorizan sobre ella, como el caso de Jarvis. O como los padres fundadores de este diario, que ya en su manifiesto fundacional se expresaban en parecidos términos: LAS PROVINCIAS nació para ser la voz de Valencia y ahora que se dispone a celebrar sus 160 años de vida ese compromiso se afianza mediante diversas iniciativas editoriales; entre ellas, recoger los testimonios de quienes ofrecen su opinión al respecto en este reportaje. El primero de una serie que indaga sobre qué periodismo queremos. Cómo será el periodismo que viene.
Una pregunta a la que responde Miguel Ángel Jimeno, profesor de la Universidad de Navarra, doctor en Comunicación y autor del blog 'La buena prensa', dedicado a reconocer las buenas praxis de la prensa española precisamente en ese ámbito más cercano, el local. Jimeno observa que «el periodismo puede ayudar a que los ciudadanos tomen decisiones con rigor», pero no cualquier clase de periodismo: él alude al que llama «honesto». El periodismo, explica, «que informa y analiza, ayuda a pensar, fomenta el espíritu crítico y no se casa con partidos pero sí con 'banderas informativas' que benefician a toda su comunidad».
Miguel Ángel Jimeno
De ahí que sostenga la vigencia de este tipo de atributos asociados al oficio de informar «que son del pasado, del presente y del futuro» y que, en el caso concreto de la infamación local, se desdobla en dos facetas según una sugerente línea de pensamiento que dibuja así: el valor del periodismo local como «maestro del 'periodismo rápido' (levantar noticias y contarlas rápido y bien de un día para otro)» y también como «maestro del 'periodismo lento'», es decir, «de esos reportajes que requieren más tiempo, mejor escritura y quizá de otros modos de contar». «Si lo pensamos», prosigue Jimeno, «este segundo periodismo, ahora en un pedestal porque parece que es el futuro, no existiría sin el primero».
Se trata de un punto de vista más o menos coincidente con el esgrimido por otro estudioso de la comunicación, el periodista Alfredo Casares. Como director del Instituto de Periodismo Constructivo, también pone el foco sobre el valor del oficio en clave local como cuando ayuda a «articular la conversación pública, con libertad e independencia». Y apostilla: «Es esencial la participación ciudadana desde una posición informada y con espíritu crítico». A su juicio, «los medios de comunicación acompañan a la sociedad en esa conversación sobre el futuro que queremos construir», una misión que juzga «más necesaria que nunca, aunque en el entorno digital a veces parezca que la ciudadanía se inclina por el entretenimiento vacío en lugar de por la información rigurosa».
Alfredo Casares
¿Y el periodismo local? ¿Cuál es su auténtico valor entendido, por así decirlo, como la vertiente más pura del oficio? «La más pura, la más dura y la más gratificante, diría yo», responde Casares, quien recuerda su propio caso: «Me crié con un periódico local en la mesa de la cocina todas las mañanas. Me hice periodista en un diario local y he pasado más de quince años en el periodismo de cercanía, en España y en Estados Unidos, como periodista y maestro de periodistas». Una experiencia que pone ahora al servicio de los medios locales a los que asesora y que comparte con los lectores de LAS PROVINCIAS con una frase concluyente: «El rigor, la confianza, la cercanía, la lealtad y el diálogo son señas de identidad del periodismo local». «Los medios locales», subraya, «están siempre cerca de la realidad, responden con rapidez desde el terreno y son testigos de lo que sucede en la calle». En resumen, «forman parte de la comunidad».
Con una particularidad, que también anota: ejercer ese periodismo de kilómetro cero «supone una fabulosa responsabilidad». «El periodista local mantiene un contacto muy estrecho con la ciudadanía, se conoce en los pueblos, en los barrios... Es un vecino más al que paran por la calle y le hacen llegar tanto sus agradecimientos como sus quejas». Ahí radica un gesto de orden emocional donde, en su opinión, anida el factor crucial que habla de u importancia para mejorar la calidad de la conversación pública allí donde radique cada medio: «La prensa local favorece la pluralidad, ayuda a cohesionar a la sociedad y está junto a las personas en la celebración y en la tragedia».
La apelación al carácter de proximidad con ocasión de catástrofes globales, como es el caso de la reciente dana que azotó Valencia, es el ejemplo que enarbola Casares de una manera muy gráfica: «Cuando pasan unas semanas y todos se han marchado, solo queda el periodismo local». Una actitud que opone al periodismo ejercido en España a otra escala, desde un enfoque nacional, «que se ha contagiado de una tendencia global que afecta a los medios que compiten por grandes audiencias en internet: llamar la atención como sea y hacer que pasemos tiempo consumiendo sus contenidos». Una estrategia que genera la respuesta acrítica por parte de la audiencia y donde detecta uno de los graves riesgos que atentan contra el futuro del periodismo: «Hay supuestos medios y supuestos periodistas que tratan la actualidad como un espectáculo que manipula a costa del rigor y la verdad, al servicio de posiciones ideológicas y políticas». Ese periodismo que denomina «atrincherado» desemboca, según Casares, en la mala percepción pública que hoy distingue al oficio en España («La mitad de la población considera que los medios contribuyen a dividir a la sociedad», recuerda) y se opone a su propio punto de vista, a esa idea de periodismo constructivo que define como «un complemento imprescindible para contar el mundo de forma equilibrada». Una manera de informar «orientada a las soluciones, rigurosa, que explica los problemas y hace visibles las respuestas que la sociedad pone en marcha para resolverlos»
¿Será también ese enfoque el que prevalezca el día de mañana? Alfredo Casares invita a ejercer el oficio «escribiendo para la gente y no para el algoritmo» y Jimeno, por su parte, contesta con un astuto y evocador juego de palabras: «El futuro del periodismo está en el pasado del periodismo». Es decir, que el porvenir de la profesión «pasa por tener una raíz muy profunda, porque sólo así se podrá volar alto», la especialidad por cierto de tantos medios locales más que centenarios, como en España es el caso de estas páginas. Casares, que invita a fortalecer «la conexión con las personas a las que nos dirigimos, siendo imprescindibles, siendo únicos», contempla un mañana donde el valor de informar sea compatible con las posibilidades que ofrecen las conquistas que trae la revolución tecnológica, 'lo que bautiza como autopistas digitales, «con otras estrategias». «Aportemos un valor diferencial a las personas, dibujemos vías lentas en las que puedan refugiarse del exceso apabullante de información, ofrezcamos nuevas rutas en las que puedan conectar con sus intereses y sentirse útiles». Según su profecía, llegado ese punto, «las reglas cambiarán entonces y competiremos por la lealtad de las personas, por su confianza en nosotros».
¿Moraleja? Que el periodismo del futuro será local (como sinónimo de cercanía, de afectos e inquietudes compartidas con su audiencia) o tendrá difícil seguir sirviendo a su propósito, ser fiel al valor de informar. Su misma existencia estará en peligro, de acuerdo con el vaticinio de Miguel Ángel Jimeno: «El local se queda y el otro siempre se acaba yendo». «Una alineación con El Correo, El Diario Vasco, Heraldo, La Voz de Galicia, Diario de Navarra, Faro de Vigo, La Nueva España, Ideal, LAS PROVINCIAS, La Vanguardia… Es imbatible», concluye.
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