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«Cuando mis hijos se van a trabajar me dejan a la perrita. Y al llegar a por ella para recogerla, mi nieta le da antes un beso a ella que a mí, ¡que soy su abuela!». Esta vecina de Paterna de 70 años ejemplifica con su experiencia una realidad que se impone en todas partes: la tendencia a tener uno o varios canes en casa, ya no con la ancestral concepción de protector del hogar o guía de rebaño, sino sencillamente, como uno más de la familia. Y de pleno derecho.
A finales de febrero, el alcalde de Valencia, Joan Ribó, pronunció una de esas frases que se quedan grabadas: «Ya hay más perros que niños en la ciudad». Así es. En concreto, 93.282 canes frente a 92.800 niños. En el conjunto de la Comunitat, la realidad es la misma. Las huestes perrunas superan ya considerablemente a las de niños: más de 954.000 perros frente a 639.500 chavales de menos de 13 años.
Según el Consell Valencià de Col·legis de Veterinaris (CVCV), el 'boom' perruno es «incesante» en los últimos años y «cada vez hay más familias que se animan a tener uno o varios perros en casa». Vanessa lo tuvo con 21 años en su hogar familiar. Pagó por el pequeño pomerania 500 euros, pero compensó «su compañía y fidelidad». «En esa época me sentía más sola», asegura.
En la era de la digitalización, internet y la fiebre del móvil, el buen amigo de cuatro patas sin más chip que el identificativo tiene cada vez más cabida. En la Comunitat hay ya un perro por cada cinco habitantes. Y si lo enfocamos por núcleos familiares, prácticamente en la mitad de los hogares habita un cánido, según la encuesta continua del INE, que cifra en casi dos millones los hogares en nuestra región.
En parte, la victoria numérica de los perros sobre los niños se debe al descenso de la natalidad y al hecho de que las parejas tienen hijos cada vez más tarde. De hecho son muchas las que, a falta de niños, optan por la mascota. Manuel y Margarita, matrimonio sin hijos residentes en l'Eliana tienen dos carlinos, Zeus y Bimba, de seis años. Él desde cachorro y ella desde hace unos meses. «Nos hacen compañía y son parte de la familia», resumen. «No tenemos hijos porque por trabajo tenemos complicada la conciliación familiar, no podríamos disfrutar de ellos y para que los eduquen los abuelos, hemos preferido no tenerlos. Los perros necesitan menos atención, aunque al final hay que sacarlos varias veces al día, llevarlos a veterinario, darles de comer, pero menos que un niño pequeño».
Inmaculada Ibor es la presidenta del CVCV. «Es evidente que en la sociedad valenciana y española ha aumentado la sensibilidad hacia los animales, en general, y los animales domésticos, en particular». Según la experta, «multitud de estudios confirman que la compañía de un animal mejora la calidad de vida de las personas, aumenta la longevidad, mejora o preserva el equilibrio físico y mental, reduce el estrés y disminuye el índice de depresión».
El fenómeno está teniendo su reflejo también en el marco legal. «Ya se ha reformado el Código Civil para que las mascotas dejen de ser tratadas como objetos y sean considerados en posibles causas de embargos o en procesos de divorcios, como seres vivos dotados de sensibilidad», describe Ibor. La Comunitat está a punto de aprobar el anteproyecto de ley sobre Protección, Bienestar y Tenencia de animales de compañía. «Los veterinarios lo valoramos muy positivamente», opina.
Ibor huye de la dicotomía 'perro o niño'. «Más bien al contrario, la presencia de perros o gatos en las casas es positiva para los pequeños. Está acreditado que contribuye a su desarrollo emocional, educativo y social, ya que les permite también asumir poco a poco responsabilidades en sus cuidados, aumenta su autoestima y, en líneas generales, mejora la integración de la familia.
¿Está la Comunitat preparada para este boom? ¿Incide tanto perro en la seguridad y los derechos de los ciudadanos? En la memoria de todos está el ataque de un can a la edil y candidata socialista Sandra Gómez o las numerosas protestas vecinales ante los excrementos sin recoger en pueblos y ciudades.
«Los ayuntamientos son los que tienen la mayor parte de competencias en materia de tenencia responsable de mascotas», destaca la presidenta del CVCV. «Estamos avanzando en la buena dirección, pero quede bastante camino por recorrer, especialmente en espacios para el esparcimiento de los animales y el control de animales vagabundos».
Desde su punto de vista, los consistorios «tienen la mayor parte de las competencias, pero pocas veces cuentan con los recursos humanos y técnicos necesarios para afrontar los problemas de convivencia que pueden conllevar los animales». Los conflictos generados no son livianos: ruidos, olores, perros potencialmente peligrosos, bienestar animal, abandono, control de colonias felinas y su afección a la salud pública. El colegio profesional reivindica que se incorporen a las plantillas municipales «que aporten su visión como expertos en las soluciones que deben plantear a todos estos problemas y a los debates que, inevitablemente, se generan entre sus vecinos, como los albergues, los parques, playas caninas...».
La expansión perruna en la Comunitat tiene también sus sombras. El lado más oscuro es el del abandono. Como informó el viernes este diario, el refugio de animales de Benimàmet pide auxilio. Tiene censados 289 perros y 157 gatos. La asociación Modepran cuida, en suma, de medio millar de animales y critica que sigue recibiendo el mismo dinero desde 2011. «Sin los voluntarios y las donaciones no podríamos seguir», lamentaba esta semana la asociación, encargada de su gestión.
La proliferación de perros también está cambiando el paisaje urbano y, en particular, el de sus zonas verdes. En Valencia, el ayuntamiento, a través de la concejalía de Parques y Jardines, ha incrementado en los últimos tres años las denominadas zonas de socialización para canes con una veintena de espacios de estas características pensadas exclusivamente para los animales. Además, ha remodelado 11 que ya existían. La última actuación ha sido en el Parque del Oeste. Las próximas áreas perrunas se ubicarán en la Plaza Magúncia, en el barrio de Tres Horcas, en la Malvarrosa y en Torrefiel.
El consistotio apuesta por esta modalidad frente a los 'pipi-canes'. A estas estructuras las considera «espacios muy reducidos de dos o tres metros cuadrados que tenían la única función de concentrar los restos orgánicos de los animales».
954.662 perros había registrados a finales del año pasado en la Comunitat, frente a los aproximadamente 762.000 de 2014, lo que muestra la expansión. Además, el registro es cada vez más fiable. Las altas se hacen 'online' y, según los veterinarios, la gente está cada vez más concienciada de la necesidad de inscribir.
93.282 de los perros inscritos corresponden a la ciudad de Valencia. Han crecido desde los casi 75.000 que había en el año 2014.
El registro El Registro Informático Valenciano de Identificación Animal (RIVIA) es uno de los más completos y actualizados del país. En el caso de los perros es de enorme fiabilidad para medir la realidad de la tenencia porque es obligatoria el alta a través del microchip. No ocurre lo mismo con los gatos, donde la identificación no es obligatoria.
Petición El CVCV ha reclamado que la Ley sobre Protección, Bienestar y Tenencia de animales de compañía, en trámite, amplíe esta obligatoriedad en la identificación a través del chip a los gatos.
Gestión El titular del RIVIA es la Conselleria de Agricultura, pero lo gestiona el CVCV. Permite realizar un seguimiento de denuncias por pérdida, hallazgos y agresiones protagonizadas por los perros.
Registro. Es obligación de los propietarios colocar el chip y dar de alta al perro en el RIVIA, pero también comunicar su baja si fallece el animal o se muda aotra autonomía.
Deposiciones. En Valencia, deben realizarse en espacios habilitados para perros. Fuera de ellos, el propietario está obligado a recoger excrementos con bolsa de basura. Su eliminación se realizará en papeleras, debidamente cerradas, o en la red de alcantarillado, por los imbornales.
Acceso prohibido. Establecimientos de alimentación, locales de espectáculos públicos, piscinas y playas públicas salvo en las zonas autorizadas para perros. No pueden entrar en transportes públicos salvo los perros lazarillos. En taxis, queda a decisión del titular sostenidos de manera que no ocupen los asientos.
Potencialmente peligrosos. Para su posesión es necesaria una licencia municipal y un seguro de responsabilidad civil. Siempre con bozal en la calle, con propietario autorizado y correa de menos de dos metros. En fincas privadas pueden ir sueltos, pero con cercados adecuados.
Sanciones. Oscilan entre los 6 y los 150 euros en la ordenanza municipal de Valencia, que data de 1990.
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