Han atravesado unos meses de auténtica pesadilla en los que ha estado en juego su salud. Las valencianas Rosa González y Aurora Sanchis se sometieron ... a un tratamiento médico en la clínica Doctor Life del barrio del Ensanche que les ha provocado numerosos problemas graves, como ingresar hasta once veces en la UCI del hospital e incluso la extirpación del útero. Rosa forma parte de una plataforma de afectados con más de 50 personas en toda España por un supuesto fraude tanto médico como económico de esta franquicia. Y es que además del impacto en su salud, ambas tuvieron que pagar unos 1.400 euros por adelantado del tratamiento.
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Las dos mujeres acudieron a esta clínica de Valencia porque empezaban a tener síntomas de menopausia, como insomnio, sudoración, cansancio, y vieron un anuncio en el que esta empresa se mostraba como especialistas en rejuvenecimiento hormonal, además de cirugía estética y nutrición. Les aplicaban una cápsula subcutánea en el glúteo, que iba liberando hormonas para regular esos cambios drásticos que sufrían. Supuestamente el cuerpo la iba absorbiendo para controlar sus niveles, un tratamiento novedoso. Pero todo fue mal. «Fue una negligencia porque me triplicaron la dosis de la hormona. Eso me provocó crisis hipertensivas elevadísimas, taquicardias, tuve que dejar de trabajar, me atacó al sistema nervioso y endocrino. Sufrí problemas abdominales, agrandamiento de mis partes íntimas, me salió vello por la cara», relata Rosa, de 46 años.
«La dosis que me dieron era para masculinizarme y eso me ha creado una sensación de depresión, de malestar al ver transformarse mi cuerpo tan rápido. Fue una dosis muy bestia, ya está fuera de mi cuerpo pero algunas cosas se me pueden quedar, como la voz, que se me ha quedado más grave, y es difícil que pueda volver como estaba. Y el vello tendré que ir a un tratamiento para que me lo quiten. Tengo que esperar a que mi cuerpo metabolice la hormona y ver las secuelas para hacerme un tratamiento depilatorio. Y también las secuelas psicológicas que me puedan quedar», apunta la víctima. En la central de Doctor Life en Madrid señalan que esa mala praxis fue solamente de quien gestionaba la franquicia en Valencia.
En el caso de Aurora, «en el primer tratamiento noté que se iban un poco los síntomas pero después no me hacía nada. Me dijeron que me tenían que poner otro antes de lo previsto, a los dos meses y nunca me fue bien. Empecé a sangrar», señala. «La doctora no te atiende personalmente, va por varias ciudades de España. Cuando tienes un problema la enfermera dice que le preguntará a la doctora, pero tarda en contestar. Al final me dijo que me aumentaran la dosis, que tenía que hormonarme más, y eso me hizo no parar de sangrar durante un mes», denuncia la mujer, de 54 años.
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Por eso acabó yendo a urgencias del hospital. «Me dijeron que era una animalada lo que me habían puesto. Me vio mi ginecóloga y me tuvieron que quitar el útero porque me estaba dando tantos problemas ese tratamiento, había aumentado de grosor el útero por el exceso hormonal. Tenía anemia, estaba fatal», explica. «Lo considero mala praxis, una negligencia de no atender a los pacientes, porque con los efectos secundarios nadie te atiende ni da la cara. Es un desinterés por el paciente», comenta Aurora, que pagó unos 600 euros por cada uno de los dos tratamientos que siguió.
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A raíz de que se han ido sucediendo las denuncias, tanto de afectados de posibles negligencias como de impagos a trabajadores, la franquicia ya no está en Valencia y en su lugar desde febrero hay otra clínica. Lo mismo ha pasado en otras ciudades y muchos pacientes se han quedado con el tratamiento sin terminar, aunque hubieran pagado el dinero por adelantado. Rosa se hizo el tratamiento a finales de enero, y cuando empezó a tener problemas en febrero, la clínica ya había cambiado de nombre. Tuvo que ponerse en contacto con la central de Madrid. «Desde allí me enviaban tratamientos y recetas por WhatsApp, sin ninguna revisión. Me tomé esa medicación y acabé ingresada en la UCI en La Fe por una bajada de sodio», denuncia la valenciana.
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Intentó hablar varias veces con algún médico de esta clínica, pero siempre se topaba con un muro. Hasta que le facilitaron un teléfono y llamó. «Era el doctor que me hizo el implante hormonal. Le llamé, y estaba muy enfadado porque me habían dado su número», explica. «Voy a pedir responsabilidades a los médicos que hicieron la negligencia, porque han jugado con mi salud», dice Rosa. «Tuve que ir a Barcelona a retirarme el implante porque en Valencia no lo hacían y en Madrid descartaban esa propuesta, no querían. Yo mientras tenía episodios de ataques, taquicardias», expresa.
«Estuve dos meses con el tratamiento y todavía tengo efectos secundarios. Se había disuelto bastante parte en el cuerpo por el proceso de absorción hormonal y hoy todavía me estoy medicando. Me produce hipertensión, taquicardias. He estado mes y medio de baja en el trabajo», lamenta la mujer. «Aparte del dinero que me cobraron son también las molestias que me está causando, todos los gastos que llevo en tratamientos, ecografías cuando me extrajeron el implante, resonancias magnéticas, analíticas para ver cómo estoy, todos los gastos que conlleva y el tiempo que estoy sin trabajar. Llevaré ya gastados más de 800 euros», argumenta Rosa.
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