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Miguel Ángel, vecino del barrio de Vistabella, junto al barranco donde han desaparecido cuatro de los cinco puentes. TXEMA RODRÍGUEZ

Picanya, ciudad sin puentes

Cuatro de las cinco pasarelas que unían los dos márgenes del barranco del Poyo han desaparecido por la fuerza de la crecida

Martes, 5 de noviembre 2024, 01:18

El barranco del Poyo tiene a la altura de Picanya aspecto de acantilado, un lugar peligroso al que da miedo asomarse. El agua baja tranquila seis días después de la DANA, en un cauce tradicionalmente seco con el que han convivido sus habitantes durante casi mil años. Es una mezcla de amor y odio porque aquí saben qué necesaria y a la vez qué peligrosa puede ser el agua.

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Hace ya décadas que los dos márgenes de Picanya, el de la zona de Vistabella y el casco urbano, se han comunicado gracias a cinco puentes, tres para vehículos y dos específicas para peatones. «Cruzábamos para ir al horno, para hacer trámites administrativos, para llevar a los niños al colegio», explica Paco, un vecino que lleva toda su vida en Vistabella, en la alquería Rulla, en una zona donde se ubicaron casas de agricultores junto al cauce. Habla en pasado, porque de los cinco puentes, ya sólo queda uno, el que conecta la BP con la avenida Primavera. El resto se los llevó la riada. «Se escuchaban crujidos estremecedores», contaba una vecina, que desde uno de los chalés de la zona de Vistabella se salvó de milagro. Hay un vídeo en el que se ve cómo desaparece uno de ellos, pero es que también colapsaron tres más.

El más próximo a la autovía CV-36 pertenecía a la antigua carretera que unía Torrent con Picanya y llegaba hasta Valencia. Tambien desapareció el puente viejo, y las dos pasarelas que Paco recuerda desde que era pequeño, hace cincuenta años.

Carlos Justo pertenece a la falla Vistabella, y ayer ayudaba a descargar un camión de alimentos. La comisión se ha reconvertido en centro de reparto, y permite que los vecinos de este lado del cauce tengan las necesidades básicas cubiertas. «Yo vivo al otro lado y un trayecto de diez minutos ahora puede ser de una hora», asegura. El único puente en pie estaba ayer completamente colapsado a pesar de que las fuerzas de seguridad del Estado tienen restringido el acceso para favorecer las labores de desescombro, bastante adelantadas en Picanya. En el polígono de Raga, más allá del fango que todavía cubre las calles, la calzada está bastante despejada y el ejército trabaja retirando algunos vehículos. Los restos de los puentes que han desaparecido forman parte ahora del lecho del cauce, y hay escaleras que van a ninguna parte. Además, tampoco está ya en pie en uno de los márgenes del Poyo una casa donde un vecino tenía animales. Sólo quedan escombros.

Miguel Ángel contempla algo atónito el aspecto que presenta el barranco, libre de puentes, como si un tsunami hubiera arrasado con todo. «Es algo que no se puede creer», dice. Su casa, en la calle de atrás, se ha salvado porque está algo más alta, lo que no sabe es si todavía conserva el empleo porque la nave donde trabajaba, en el polígono de Massanassa, está destruida. «Yo pasé varias horas subido a un árbol en una rotonda», cuenta. Así pudo salvar la vida, y cuando llegó al día siguiente todavía recuerda el shock al ver el aspecto del barranco.

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La zona de Picanya más afectada por la DANA es el barrio de chalés del entorno de la avenida Primavera, que recibió de frente toda la virulencia de la crecida. César García estaba a punto de mudarse a una de las viviendas que bordean el barranco, y de hecho el martes su mujer estaba ya trasladando algunos enseres. «La fuerza del agua se llevó los muros e incluso arrancó la isla de la cocina». César enseña cómo, en el centro de la estancia, sólo quedan las marcas donde antes se había fijado la isla.

No hay muro que perimetre la casa, tampoco la cristalera que servía de entrada a la vivienda, y una marca señala cómo el agua llegó a los dos metros de altitud. «Había tanta suciedad en el barranco que los daños han sido mucho peores», asegura César, que está también desescombrando su empresa de transporte en Paiporta, completamente destruida.

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