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La Audiencia de Valencia ha condenado a nueve meses de prisión a Juan Curiel como autor de un incendio forestal en el término del parque ... natural de El Saler. Su historial delictivo carece en este momento de antecedentes. Así, parece poco probable que vuelva a la prisión de Picassent donde ya permaneció un mes como medida cautelar mientras se investigaba una sucesión de incendios que alarmó a toda la población de esta conocida zona turística.
Los magistrados consideran que existe prueba suficiente para atribuirle el siniestro del 21 de octubre de 2023, sobre las 20.15 horas, en las proximidades de la avenida de Gola de Pujol, un lugar cercano a una serie de viviendas habitadas. La superficie forestal afectada, no obstante, fue escasa.
El incendio fue extinguido por la rápida intervención de los servicios de emergencias, que fueron avisados por vecinos del lugar al sorprender al ahora condenado saliendo del lugar nada más producirse el fuego. El acusado, sin embargo, siempre ha negado los hechos.
De una docena de fuegos que se le imputaban, finalmente solo se le acusó de tres siniestros. El acusado, abogado de profesión, se enfrentaba a seis años de cárcel. La Fiscalía, no obstante, planteaba una alternativa de un año de cárcel. El Ayuntamiento, también. En ese otro supuesto reclama una pena de tres años. Las rebajas en las solicitudes estaban relacionadas con la aplicación o no de la continuidad delictiva y si uno de los siniestros se considera forestal o no. Finalmente ha sido condenado a nueve meses. La sentencia no es firme. Su defensa, Jorge Abadia, ha confirmado recurrirán el fallo.
Los magistrados se remiten a la prueba indiciaria para fundamentar su condena. Recuerda el tribunal, los requisitos necesarios para aplicar esta doctrina: que estén plenamente acreditados, que sean inequívocamente acusatorios, que sean plurales o siendo único que posea una singular potencia y que se encuentren interrelacionados, es decir, que se refuercen entre sí.
La condena se sustenta en la "rotundidad" de dos testigos que declararon en la vista. Estas personas fueron las que sorprendieron al sospechoso, letrado de profesión, "in situ nada más prender fuego". Los dos vecinos relataron que vieron "una bolita de fuego en el lugar" sin la presencia de otras personas y que de aquel lugar "sólo se podía salir por la carretera o a través del bosque". En esta versión, el acusado salía corriendo desde allí. Más tarde, "cuando se lo cruzaron en su coche, el acusado se fue andando tranquilamente".
El procesado, en la vista oral, indicó que se fue corriendo del lugar porque el fuego ya tenía altura, que afectaba a entre tres y cinco metros cuadrados. Esta versión, sin embargo, no coincide con lo manifestado por los dos principales testigos.
También llama la atención el tribunal acerca de que el autor del fuego no siguiera un recorrido lógico de regreso a su vivienda pese a que existía un incendio declarado en una zona, de rápida propagación por la propia naturaleza de la superficie afectada. Incluso alguno señaló que vio al acusado entre arbustos y con la intención de esconderse entre unos vehículos.
El tribunal, en cambio, considera que los siniestros de 2023 no han quedado acreditados. Su imputación reside "en meras sospechas". No hay indicios de que el sospechoso se encontrara en el lugar e incluso se establecen dudas acerca de la identificación de un testigo del vehículo del sospechoso. Los magistrados rechazan que otras circunstancias sospechosas como que almacenara en su casa 142 mecheros, que tardara en abrir la puerta a los agentes antes de su arresto o que incluso arrojara por el balcón casi la mitad de los mecheros suponga suficiente caudal probatorio como para vincularle con estos dos siniestros.
Juan Curiel ha mostrado siempre una actitud extraña. Él, el día del juicio, parecía tener claro el motivo de su arresto, que consideraba absolutamente injusto. «En el 2000, por desgracia, sí provoqué un incendio con un artefacto pirotécnico. Tire una 'salida' desde mi casa. Fue mala fortuna. En vez de subir, bajó». No parece esta acción propia de una actitud cautelosa. Más adelante, en 2005, también se le investigó como sospechoso de otro fuego. El juzgado archivó estas diligencias. «Cuando me detienen, lo primero que me sacan son los atestados de 2000 y 2005. Eso no se puede hacer». El sospechoso exhibió su labor ecologista y a preguntas de su letrado incluso destacó que había participado en tareas de reforestación del parque natural.
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