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Hasta el 29 de octubre a eso de las 19 horas, nadie, excepto quienes componen este reportaje y sus compañeros académicos, arrugábamos el entrecejo al ver las viviendas al lado del barranco en Picanya o lo cerca que el Poyo discurre de los edificios en Catarroja. Nadie, salvo quienes aparecen en este reportaje, se preguntaba si no sería mejor desviar la rambla para que desaguara, al menos en parte, en el nuevo cauce del Turia. Sólo quienes aparecen en este reportaje, y sus compañeros en universidades y facultades de toda España, especialistas en ecosistemas o en urbanismo en zonas mediterráneas, se planteaban que quizá había que dar una vuelta a cómo estábamos construyendo. Ahora, nos volvemos a ellos, como es labor de este diario, para que nos expliquen qué falló.
Pese a todo, es difícil decirlo. Desde 2003 la Comunitat Valenciana cuenta con una 'biblia' absoluta en lo referente a las inundaciones. Es el conocido como Patricova, que no son más que el acrónimo de Plan de Acción Territorial de carácter sectorial sobre prevención del Riesgo de Inundación en la Comunitat Valenciana. El documento cartografía, con mapas elaborados a finales del siglo XX, las zonas inundables, pero lo hace con un periodo de retorno de 150 años: las que son más probable que se repitan en ese espacio de tiempo. El 29 de octubre, claro, todo saltó por los aires.
Así lo reconoce María Jesús Romero, profesora del departamento de Urbanismo de la Universitat Politècnica de València. «Las medidas se han quedado cortas. Ahora decimos, ostras, se ha edificado en zonas de alto riesgo. Pero debemos aprender a convivir con ese riesgo de inundación, porque lo que ha pasado es excepcional. Eso sí, servirá para revisar el Patricova y recalcular cotas de inundación», comenta. Romero insiste en que aunque puede haber edificios ilegales que se hayan construido en una zona inundable, según la cartografía de 2003 y la revisada de 2013, «la inmensa mayoría es anterior a esa fecha y acorde a los planes que había hasta entonces».
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«Aquí nos pasa que el 77% de los planes generales de la Comunitat Valenciana son anteriores al Patricova. Aunque algunos municipios sí saben las zonas inundables que tienen, y sí recogían alguna limitación, no lo hacían con carácter general. Se ha ido construyendo y desarrollando el suelo porque el planeamiento lo había previsto así. Se ha hecho bien, acuerdo a la ley que marcaba», asegura Romero.
La profesora explica que la Ley de Aguas de 1985 «marca que en ambos márgenes de los cauces de cualquier río o barranco hay un dominio público de cinco metros que debe estar libre y expedito». «Luego hay una zona que se llama zona de policía que es de 100 metros y donde los usos del suelo marcan que hace falta una autorización por parte de la Confederación Hidrológica correspondiente. Siempre se ha atendido a que en esa zona los usos o actividades que se permitan no pongan en peligro ni la vida de las personas ni daño a los bienes materiales, pero no parece que se hayan tomado las medidas preceptivas o adecuadas», asegura Romero.
De la misma opinión es Sergio Palencia, profesor de Urbanismo de la misma universidad y colaborador en 2013 de la revisión del Patricova. «Hay construcciones en zona inundable que habría que trasladar, yo calculo que entre un 3 y un 5% de las edificaciones afectadas», lanza. Palencia reconoce que el Patricova de 2003 «tenía un nivel de precisión cartográfico muy bajo». «Era interesante, pero lo revisamos en 2013 ya con mejor cartografía y se vio ampliada la zona en cuestión. Manejábamos un periodo de retorno de 500 años porque es lo que marca la normativa, hay que llegar a un equilibrio entre prohibir construir y construir en cualquier sitio. Además, la cartografía nacional de 2010 marcaba muchas más zonas inundables y finalmente se redujo por presiones de los Ayuntamientos», apunta Palencia.
El profesor explica, además, que habría que revisar los garajes («soy partidario de que en zona inundable no se autoricen si no es en altura») y también las infraestructuras para que la V-30 no actúe como una barrera, «como pasó esa tarde. Habría que ampliar los aliviaderos para facilitar que el agua llegue a la Albufera».
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