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Apenas hay tres kilómetros hasta el centro de Utiel en línea recta. La A-3 pasa a unos 500 metros y desde ella son perfectamente visible los solares en los se acumulan sin control 43.000 toneladas de plástico. Es Utiel Recicla, unas instalaciones que se han convertido en un vertedero con centenares y centenares de balas prensadas sin licencia de actividad y que sólo cuenta con una autorización para tratar residuos de la construcción y demolición.
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La instalación se alza en un paraje muy plano rodeado de vides y almendros. La única edificación cercana, unas naves que parecen destinadas a la cría de animales, se encuentra a unos 100 metros. Ahora está vacía y cerrada. No hay un alma a la vista y tampoco pasa un coche por el camino.
Las balas de plástico prensado se asientan en algunos puntos sobre residuos de construcción apilados, que parecen acumulados al inicio de la actividad. Pero estos restos están en los niveles inferiores. Sobre ellos se almacenan paquetes de plástico prensado que en algunos puntos alcanzan casi los diez metros de altura. Se pueden distinguir todo tipo de objetos: desde botellas hasta contenedores pasando por papel, bolsas, sillas, cajas de frutas...
También hay maquinaria abandonada. En algunos puntos la alambrada que delimita la parcela esta aplastada por los bloques de plástico prensado que se desborda por los campos colindantes. Junto a la puerta, posiblemente amigos de lo ajeno han abierto un boquete en la valla quizá con la esperanza de encontrar algo de valor. Tarea casi imposible porque todo lo que se puede encontrar es basura acumulada.
«Yo lo veía al pasar por la autovía, pero pensaba que era una instalación controlada y con todos los papeles en regla», señala Salvador, que aunque no reside en Utiel suele desplazarse con frecuencia.
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María José sí que vive en Utiel toda la vida. De hecho, conoce al empresario de la planta. «No es del pueblo, pero está aquí desde hace muchos años», señala. «Sabía que la planta se encontraba ahí. Pensaba que era legal», añade. De ahí su sorpresa. «Creía que eso estaba controlado. Sé que algunos del pueblo trabajaron ahí», resalta. Pero ahora le invade un sentimiento de preocupación. «¿Qué va a pasar con el plástico abandonado?», se pregunta. «Le veo mala solución», resalta y exclama con un deje de preocupación: «¿Qué ocurrirá si hay un incendio?».
Entre los vecinos de Utiel aflora el malestar por la actuación de las autoridades. «Se sabía que estaba descontrolado y no se hizo nada», resalta Carmen Labaría, que reclama responsabilidad a la administración para que no se produzca una tragedia.
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José Villar se siente engañado. Hasta que no salió publicado en LAS PROVINCIAS no le había dado mayor importancia. «No sé que va a pasar. Espero que no haya un incendio», señala y añade que «el ayuntamiento ha tardado en actuar».
Esa sensación de impotencia la tiene también José Gómez. «Veía los montones de plástico. Sabía que estaba ahí, pero todos pensábamos que era legal, que estaba controlado. Hasta que ha salido en el periódico», añade.
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«Pensaba que iban a montar una empresa de reciclaje», señala Ángel. «Yo no tenía claro que fuera legal, pero pensaba que el ayuntamiento lo tenía controlado», explica Juan Carlos, para quien lo fundamental ahora es «qué va a pasar con el plástico» y si alguien va a pedir responsabilidades. «Sólo nos queda el derecho a la pataleta», concluye.
De hecho, hasta el momento no se han tomado medidas. Como publicaba este periódico el Ayuntamiento de Utiel tardó siete meses en ordenar el cierre de la instalación desde que tuvo conocimiento de sus actividades.
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El plástico almacenado se ha convertido en un auténtico polvorín. Y es que el riesgo de incendio es real. Viene avalado por los técnicos y expertos en residuos consultados por este periódico que resaltan que esta instalación reúne las características de otros casos similares que se han producido en España. «Antes que la administración conozca que existe un problema, el almacén-vertedero sufre un incendio fortuito», explicaron. Durante el último año se han contabilizado una decena de estos siniestros en instalaciones de tratamiento de residuos en la provincia de Valencia, según datos del Consorcio Provincial de Bomberos.
El último caso se ha producido esta misma semana cuando una planta abandonada dedicada al reciclaje de madera ardió en San Antonio de Benagéber. Llevaba dos años sin ninguna actividad.
Pero no es el único. En diciembre ardió otra planta de reciclaje en Almassora dejando dos heridos. En Torrent, el pasado octubre, se quemó una empresa con la misma actividad. El turno en agosto le tocó a una instalación de tratamiento de Alboraya que almacenaba colchones en su interior. Otra planta en Silla fue pasto de las llamas en julio.
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En el mes de junio el fuego se cebó con una nave dedicada a la gestión de residuos en el polígono Alcodar de Gandia. En mayo ardió en La Vilavella un almacén de neumáticos y aceite de vehículos. Y en abril se quemó un vertedero en Teulada.
Una empresa destinada al reciclaje de plásticos ardió en Benaguasil el pasado mes de febrero. El fuego se produjo de madrugada y necesitó de varias horas de trabajo para ser extinguido. Y ya en enero se quemó una empresa de residuos en Requena en un incendio que se prolongó durante toda la jornada.
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Pero el caso de Utiel no es el único. En Chiva se ha localizado una situación similar. En una parcela de un polígono industrial de la localidad se acumulaban cerca de dos mil toneladas de neumáticos amontonados sin control. En este caso la administración ya está actuando. La Conselleria de Medio Ambiente ha comenzado el vaciado del solar en una operación que tiene un coste cercano al medio millón de euros. El material se está trasladando a una empresa especializada en el tratamiento de estos residuos.
El caso de los vertederos de escombros y otros residuos procedentes de la construcción no conllevan el riesgo de que se produzca un incendio, pero su impacto visual y las consecuencias para el suelo son muy graves. La Asociación y Empresarios y Selección de Residuos de la Construcción y la Industria (ARCI) han detectado la presencia de innumerables vertederos en numerosos puntos de la Comunitat que en muchos casos almacenan materiales peligrosos como el amianto con el consiguiente riesgo para la salud.
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