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R. González
Valencia
Lunes, 13 de julio 2020, 00:21
Ni las nubes de primera hora de la mañana, ni las tronadas, ni algunas gotas matinales pudieron contener las ganas de muchos de acercarse a la costa para darse un baño y disfrutar del mar. Ese tiempo revuelto no solo no les disuadió, sino que muchos madrugaron para hacer escapadas a las playas. En algunas calas del litoral valenciano se completó el aforo fijado para mantener las distancias de seguridad. Sin embargo, pocas eran las personas que llevaban mascarilla cuando se dirigían a colocar su sombrilla o la toalla en la arena.
Esta estampa se repitió en las playas de Valencia, aunque también había algunos ciudadanos que portaban cubierta la nariz y la boca.
Una de las informadoras de una playa de Xàbia reconoció que durante la mañana se llevaba bien el utilizar la mascarilla porque no hacía excesivo calor. Otros días, "cuando pega bien el sol", resulta complicado, "pero tenemos que usarla por seguridad, ya que la mayoría de los que vienen aquí no llevan". Aunque, al menos, se respetaban las distancias y las directrices que les decían los controladores.
Varias calas y playas del litoral de la Marina Alta tuvieron que cerrar el acceso al completarse la capacidad máxima establecida durante la pandemia. Una de ellas fue la de la Granadella de Xàbia. Allí la barrera que permite pasar vehículos se abrió a las nueve de la mañana y 50 minutos después tuvo que bajarse porque ya se había alcanzado el límite. El tope marcado es de 200 personas, de manera que cada una pueda disponer de unos cuatro metros cuadrados.
Entre los bañistas que tuvieron la suerte de poder entrar estaban los pequeños Marcos y Alexandra, de 11 y 9 años, que habían ido con sus padres. En total eran siete. Habían salido temprano desde Rocafort y Picassent, respectivamente. Sobre las siete y cuarto subían a los coches para hacer una escapada para pasar la mañana y comer.
Según comentaron mientras comían un bocadillo, cuando salió el sol fueron a bucear pero descubrieron que el mar estaba algo revuelto por el oleaje y no se podía ver dentro del agua, así que optaron por nadar un rato. Tenían que aprovechar ese viaje relámpago porque tras la comida volvían a la carretera para regresar a casa y evitar las congestiones de todos los que volverían por la tarde.
No eran los únicos que habían escogido ese paraje para hacer una escapada. El grupo de Daniel estaba integrado por cuatro personas, de Valencia y de Alcalá de Henares. Era la primera vez que iban a la Granadella y habían dejado el vehículo antes de la barrera y habían bajado andando con sus neveras.
El enclave les gustaba y no descartaban repetir en otra ocasión. Pero, según dijeron, no sabían nada de que había una barrera que se cerraba al completarse el aforo y habían echado en falta que en ese punto, antes de bajar cargados hasta la cala, les hubieran dicho si había o no hueco para que se pudieran colocar.
En esa misma localidad, la playa del Arenal fue el lugar escogido por numerosos bañistas. Allí la capacidad se eleva hasta un máximo de 2.000 usuarios. El coordinador de Cruz Roja, Javier Server, remarcó el incremento que se había detectado el fin de semana frente a la bajada experimentada entre semana con respecto a otros años. Además reconoció que pocos de los que acudían llevaban mascarilla y que a los que sí la portaban les felicitaban.
De momento han notado un aumento de los rescates en el mar y también de la presencia de medusas.
El acceso también se tuvo que restringir en la playa del Portet de Moraira al superar el tope previsto. Las autoridades locales alertaron de que solo se permitiría la entrada a más usuarios cuando otros abandonasen el lugar.
Dénia fue otro de los puntos del litoral de la Comunitat con gran afluencia de bañistas. En la costa sur de Les Rotes, al ser más pequeñas las calas, se completó el aforo. Los controladores de la zona de la Punta Negra indicaron que el volumen de personas era similar al del domingo anterior.
Muchos usuarios de las playas agradecen que se hayan establecido límites de capacidad, especialmente si se trata de tramos pequeños. Aunque el aforo se pueda completar pronto y no se permita el acceso, consideran que compensa. «No hay nada de sensación de agobio como ocurría otros años», reconocía ayer una vecina de Dénia que había acudido a la Punta Negra, donde el máximo permitido es de 50 personas.
Según recalcó, «todos están diseminados» a lo largo de las rocas de ese tramo del litoral de Les Rotes. En algún momento de la mañana se rozó el tope, según los controladores que se encargan de informar a los bañistas de las distancias de seguridad y de explicarles dónde se pueden colocar.
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