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Yuri, vecina de Alfafar, sin ayudas por no tener su situación regularizada. JLBort
«No he podido acceder ni a las ayudas para el material escolar de mis hijos»

«No he podido acceder ni a las ayudas para el material escolar de mis hijos»

La regularización de al menos 25.000 migrantes afectados por la dana les abre la posibilidad de acceder a las ayudas para rehacer sus vidas

Gonzalo Bosch

Catarroja

Miércoles, 12 de febrero 2025, 00:04

El Consejo de Ministros ha aprobado este martes la regularización de al menos 25.000 migrantes residentes en las zonas afectadas por la riada del 29 de octubre. Hasta ahora, estas personas también fueron víctimas de las inundaciones, pero no tenían acceso a ninguna de las ayudas por parte de las administraciones locales, autonómica ni nacional, al no tener la documentación en regla. La medida del Gobierno central se aprueba con el objetivo de que todas estas personas tengan acceso a los apoyos económicos que se ofrecen para la recuperación. Muchos de ellos, que salieron de sus países en busca de una vida mejor, celebran la medida al darles una nueva oportunidad tras el trauma sufrido.

Es el caso de Yuri, una mujer colombiana que se vino a España hace dos años y medio con su marido y sus tres hijas. «En la zona en la que vivíamos la droga gobernaba. Mis hijas se iban a dormir y despertaban con los disparos. Las balas se colaban por las paredes. Mi madre ya estaba en España y nos animó a venir», explica la mujer. Durante su tiempo en España, Yuri ha estado trabajando en el cuidado de niños, y como carece de documentación, nunca ha tenido contrato. Además, ayudaba a su marido en la recogida de chatarra para venderla y sacar un dinero extra.

La familia, que vive en un bajo de Alfafar, perdió todo el día de la riada. «Todo lo que hemos podido recuperar hasta ahora ha sido gracias a los donativos de terceros. Afortunadamente, en España la gente es muy solidaria», afirma Yuri. Sin embargo, no tienen acceso a las ayudas al no tener su situación regularizada. «No hemos recibido ni un solo euro para reponer nuestras cosas. A mi no me pueden dar ni la ayuda para el material escolar de mis hijos. Me ha tocado ir a pedir por la calle para sacar algo de dinero», lamenta Yuri, que sentencia, «hemos tenido suerte porque estamos vivos. Ojalá nos puedan dar el permiso de residencia para tener acceso a más oportunidades de trabajo».

Henry, colombiano residente en Paiporta. JLBort

También atiende a LAS PROVINCIAS Henry, residente en Paiporta desde hace dos años. «Nuestra vida en Colombia era absolutamente insostenible. No podíamos vivir con la incertidumbre del día a día en cuanto a nuestra seguridad. Los problemas con las drogas nos ponían en peligro a todos», explica el hombre, que prosigue, «mi hermano era policía y lo mataron los narcos». Henry tiene que respirar hondo antes de poder continuar. Las lágrimas invaden su rostro. «Venir a España nos dio la oportunidad de encontrar la seguridad que nunca sentimos en nuestro hogar», asegura.

«El día de la dana yo estaba en Massanassa. Intenté llegar a mi casa pero unos vecinos tuvieron que resguardarme porque el agua empezó a subir. A las tres de la mañana el nivel bajó y pude llegar para ver si mi familia seguía viva. Encontré dos muertos por el camino. Afortunadamente, a mi familia la salvaron otros vecinos», relata Henry. Esta familia de colombianos vivía alquilada en un bajo sin contrato de Paiporta. La barrancada se llevó todo lo que tenían. La recuperación, para ellos, está siendo muy complicada. «La familia de un amigo de mi nieto nos ha cedido un piso, pero estuvimos la primera semana andando todos los días de Aldaia a Paiporta para tener donde dormir» afirma.

«Yo en Colombia me especialicé en carpintería de aluminio y cristal. Ahora tras la dana la gente es mucho más precavida a contratarte sin papeles, y cuando trabajo gano muy poco. Nos hemos llegado a plantear incluso volver a Colombia, porque aquí no nos queda nada», lamenta Henry, que no se rinde: «Con la nueva iniciativa del Gobierno tendríamos la oportunidad de trabajar con las mismas condiciones que todos, y disponer de las ayudas para recuperarnos y alquilar un piso».

Samera, mujer marroquí residente en Catarroja. JLBort

En Catarroja, Samera acude cada mañana a la asociación Ca La Mare, donde le abastecen de alimentos y productos de primera necesidad tras la trágica riada. «Mi marido llegó a España hace 17 años. Desde entonces se ha dedicado a la hostelería como camarero. Ahorró dinero y me pudo comprar los pasajes a mi y al resto de la familia hace dos años para venir aquí con él». La familia, natural de Marruecos, dependía exclusivamente del trabajo del padre para salir adelante.

Samera y su marido Abdel viven en un segundo piso, así que el día de la riada, como ella estaba en casa, no corrió peligro. Sin embargo, su marido tiene suerte de seguir vivo. «Él estaba trabajando en una cafetería cuando empezó a llegar el agua. Tuvo que dejar el local y trató de llegar a casa, pero los vecinos de una finca le dieron cobijo porque el agua casi se lo lleva. No pudo llegar hasta la madrugada», explica la mujer. «No perdimos muchas cosas materiales, sí los patines y bicicletas que usamos para movernos. Como no tenemos documentación no tenemos acceso a ninguna ayuda», lamenta.

Sin embargo, lo que más le preocupa a Samera es la situación de su marido. «Antes era mucho más sencillo que le dieran trabajo sin contrato. Ahora muchos locales no han vuelto a abrir, y los que sí lo han hecho tienen miedo de contratar gente sin documentación porque las multas son muy altas», explica Samera, que concluye, «de momento estamos tirando con las ayudas de las asociaciones y el apoyo de amigos, pero no podemos durar mucho así. Si el Gobierno nos da la residencia, mi marido podrá encontrar un trabajo y todo será más fácil».

Mohamed, argelino sin documentación de Catarroja. JLBort

También en Catarroja reside Mohamed. Llegó hace siete meses procedente de Argelia. Llevaba esperando durante cuatro de ellos una plaza de albergue en el municipio cuando la riada arrasó los pueblos del sur. «Desde que llegué he estado viviendo en la calle. El día de la inundación me encontraba buscando sitio donde dormir, y cuando el agua creció unos vecinos me dejaron entrar en el edificio para resguardarme. Desde entonces he vuelto a la calle», explica el hombre.

«Desde que llegué he estado trabajando en el campo, la agricultura. Sin embargo es un trabajo muy inestable. Te llaman días sueltos para trabajar y apenas ganas 200 euros. Por eso hasta ahora sigo sin tener donde dormir. Ahora por lo menos vengo a puntos de acopio para conseguir algo de comer», afirma Mohamed, que sentencia, «yo no tengo patria, Argelia ya no es un país que reconozco. Por eso vine y quiero trabajar aquí. Ojalá el Gobierno nos dé el permiso y pueda conseguir un trabajo con el que empezar mi vida».

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