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Rafa Arnal, alcalde pedáneo de La Torre, junto a su hijo Rafa, el único hornero de la pedanía. J. L. Bort

Un mes sin pan del día

El Gremio de Panaderos y Pasteleros de Valencia, apoyado por compañeros de la provincia y de España, reparte más de 600.000 barras en la zona cero de la DANA | Hornos como el de La Torre o Galán en Albal inician las reformas de sus obradores para abrir por Navidad

Lola Soriano Pons

Valencia

Domingo, 1 de diciembre 2024

Más de sesenta hornos y pastelerías de la zona cero de la DANA mantienen cerrada la persiana un mes después de la tragedia y se ... afanan en retirar el barro, limpiar escaparates y mostradores y lo que es más complicado, buscan maquinaria nueva o de segunda mano para poder deleitar de nuevo a los consumidores con pan recién hecho, crujiente, y con pasteles elaborados con recetas ancestrales.

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Mientras inician el duro camino de la reconstrucción, son pocos los negocios que han podido atender de nuevo a sus vecinos, como el horno Rial de Paiporta, que se reencontró con sus clientes el 18 de noviembre, un hecho que fue muy celebrado y que generó incluso colas. O el horno pastelería Montoro Raimundo, de Benetússer, que levantó de nuevo la persiana el 21 de noviembre.

Para que no falte en los pueblos este alimento tan esencial, desde la misma noche de la DANA, el Gremio de Panaderos y Pasteleros de Valencia se movilizó y, junto con unos 90 horneros asociados, no dudaron ni un minuto en cocer más barras de pan para atender a los afectados por el desbordamiento del barranco del Poyo.

Como explican Juanjo Rausell y Laura De Juan, presidente y secretaria general del Gremio de Panaderos, «desde el primer día de la catástrofe hasta la actualidad, hemos repartido más de 600.000 barras de pan de forma gratuita gracias a la colaboración de agremiados de la provincia de Valencia y de compañeros de toda la Comunitat y de muchas partes de España que nos han respaldado trayendo pan para que no le faltara a ningún valenciano». También han entregado más de 20.000 kilos de bollería, además de leche, huevos y batidos.

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Eso sí, detallan que como la reconstrucción de los hornos y pastelerías llevará tiempo «hacemos un llamamiento porque nos hacen falta furgonetas de reparto y voluntarios para poder llegar a todos los municipios afectados que nos demandan pan».

Además, han abierto una cuenta bancaria (BBVA-ES18 0182 7710 480202582082) para canalizar donaciones de personas o entidades solidarias para destinarlo a apoyar tanto a los establecimientos panaderos y pasteleros agremiados, como al resto de establecimientos de pan afectados de la provincia.

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Detallan que será muy importante para poder reponer la maquinaria y los equipos esenciales para la elaboración de productos de panadería y pastelería, así como para reparar los locales dañados.

Rausell explica que tienen muy claro que es «crucial que los pueblos vuelvan a tener pan del día porque eso significa devolverles una parte de su vida cotidiana. Estos hornos son mucho más que simples comercios. Representan una parte fundamental del entramado social de cada localidad. Perder un horno de barrio significa perder un punto de encuentro y un símbolo de identidad».

Entre los hornos afectados se encuentra el de La Torre, el único que queda en la pedanía. La particularidad es que el padre del dueño, Rafael Arnal, que es el alcalde pedáneo de La Torre, se encontraba dentro cuando empezó a subir el agua.

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Como explica el propietario, Rafa Arnal (hijo), «yo estaba entre Torrent y Picanya y me enteré que estaba entrando agua en el horno y dije a mis dos empleados que se fueran. Mi padre quiso entrar a revisar y cuando se dio cuenta, vino el agua».

Estuvo cerca de tres horas dentro, con el agua al cuello «y fui con los pies a la palpa, evitando objetos. Llegué a la puerta principal y me puse a gritar. Me oyó el vecino de arriba y los dos, no sé de dónde nos salió la fuerza, pudimos arrancar la persiana», indica el padre. La corriente del agua lo fue arrastrando y en un bajo lo socorrieron unos vecinos y durmió allí.

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Uno del os hornos que ha donado panes para los pueblos afectados. LP

Fueron horas de incertidumbre pero estos días se emplean ya a fondo en la limpieza de la panadería a la espera de las ayudas de las administraciones. «Tengo que decir que la ayuda que sí me ha llegado rápido es la que ha dado Juan Roig, con 8.000 euros, y me servirán para empezar con el arreglo del local, de los ordenadores....».

Expone que sólo en maquinaria los daños causados serán por valor de unos 750.000 euros «porque es un horno grande, con mucha maquinaria y entre el pan que vendíamos en el horno y el que llevaba a restaurantes, se llegaban a hacer 2.500 o 3.000 barras de pan y había días de 4.000».

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Este horno es centenario, «lo inició mi abuelo Salvador Arnal y algunos proveedores me han dejado maquinaria para empezar. La idea es reabrir para Navidades».

Javier Belenguer, panadero de Utiel; José Vicente Galán de Albal y Francisco José Cardós, de Paiporta. LP

Uno de los hornos que primero se vio afectado es el de Javier Belenguer, en Utiel. Primer municipio que se vio anegado. De inmediato sus amigos lanzaron un SOS para ver si alguien le podía donar maquinaria para poder reabrir.

«Estaba dentro del horno y a las 13.30 horas empezó a entrar agua. Puse tablas para impedir que entrara, pero esto era de gran magnitud, y cuando vi que llegaba a 1,5 metros de altura, me salí por la ventana y subí al primer piso».

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Lleva a sus espaldas más de 40 años trabajados «y me quedan tres para jubilarme, pero tengo que restaurarlo y ver si se lo dejo de legado a mi hijo». Estos días le han propuesto donarle algunos mostradores, pero también está buscando maquinaria para poder empezar de cero.

En Albal, la pastelería Galán ganó en octubre el premio a la mejor mocadorà en el concurso de Sant Donís y el segundo premio de escaparates con la reproducción de una huerta, pero lo que no podía imaginar es que el agua llegaría a una altura de 1,5 metros en su negocio semanas después.

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«Sólo en maquinaria he perdido más de 200.000 euros y tengo 16 trabajadores», indica José Vicente Galán. Tiene claro que la historia de la pastelería tiene que continuar después de 52 años de vida «y ya he empezado la reforma. Queremos abrir para la campaña de Navidad, para el 20 o 22 de diciembre», afirma.

En Paiporta, otro compañero, José Ordóñez, con el horno en la calle San Ramón, explica que el agua alcanzó 1,70 metros de altura. «Hay que tirar todo, mostradores, maquinaria, material. Son más de 200.000 euros de pérdidas». Explica que está a la espera de la indemnización del Consorcio «porque si es adecuada podré abrir, pero si no lo fuera, a los 60 años no puedo meterme en un crédito a 15 años».

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José Garrido, de la firma 'Don pa artesans' tiene obradores en Albal, Paiporta, Catarroja, Alfafar, además de varias sucursales. «En maquinaria habré perdido unos 2 millones de euros de tres obradores completos». Detalla que sólo se ha salvado el horno de Cullera «pero eso supone el 5% de la facturación». Por eso explica que «ya estábamos pensando movernos en dos años a una nave para centralizar la producción y lo vamos a tener que adelantar».

Trabajan sin descanso y quieren llegar a hora para poder hacer los roscones de Reyes «y nos gustaría lanzar una campaña de roscón de Reyes».

También se ha visto afectado Carlos Montoro y por partida doble. «Yo tengo el horno en Benetússer y mi mujer en Massanassa y perdimos la maquinaria y toda la instalación. Sólo en maquinaria habremos perdido 400.000 o 500.000 euros». Estos días ya ha conseguido reabrir la sede de Benetússer y recueda que «todos los niños que van tienen un detallito». Y seguirán poniendo todo su esfuerzo para volver a atender al público también en Massanassa.

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José Ordóñez, en su horno de Paiporta. LP

También muy emocionado y afectado está Francisco José Cardós, del horno pastelería Jaume I de Paiporta. «A las 18.30 horas mi mujer me dijo que como hacía algo de viento y lluvia, y no venían clientes, que cerraba. Y menos mal, porque de normal se hubiera quedado hasta las 20 horas».

Sólo en maquinaria afirma que ha perdido entre 250.000 y 300.000 euros. Desde mediados de noviembre se ha situado justo enfrente de su horno una furgoneta de la fundación World Central Kitchen «y me van a ayudar a reconstruir el local, la instalación eléctrica, la reforma y tengo que buscar maquinaria». Afirma que su idea es poder abrir de nuevo en verano porque queda mucha reforma por delante.

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