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BELÉN HERNÁNDEZ
Martes, 24 de mayo 2022, 00:11
«La edad para comenzar a consumir pornografía ha disminuido considerablemente. Los niños tienen su primera experiencia a los ocho años». La forma con la ... que los jóvenes comienzan a descubrir su sexualidad ha cambiado. El interés por la pornografía aparece cada vez de manera más precoz y las nuevas tendencias en este tipo de contenidos puede condicionar el despertar sexual de los adolescentes.
La presunta violación grupal de una niña de 12 años en Burjassot ha hecho saltar de nuevo las alarmas. El foco recae ahora en cómo comienzan a acceder a material explícito los adolescentes y las conductas nocivas que se plasman en este tipo de vídeos.
La psicóloga y sexóloga del Instituto Espill de Valencia, Thamara Martínez, advierte de los cambios en la conducta sexo-afectiva de los más jóvenes, apoyándose en el estudio Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales de Lluís Ballester y Carmen Orte.
Las nuevas tecnologías han cambiado los hábitos de consumo de pornografía de los adolescentes. «El 80% de los niños tienen acceso a dispositivos con conexión a internet a los 10 años», comenta Martínez. Este hecho propicia que les sea más sencillo acceder a este tipo de contenido, siendo el móvil el aparato preferido para acceder a estas páginas web, con el 50,4% y desbancando al ordenador.
Según el estudio, casi el 60% de los encuestados comenzaron a consumir porno antes de cumplir los 16 años. En este aspecto, los hombres predominan como los primeros consumidores de porno. A esta edad tan temprana, se mantiene un 75,8% de varones que son usuarios de estas plataformas de material explícito frente sólo a un 35,5% de las mujeres.
El primer contacto con la pornografía suele producirse de manera casual, sin necesidad de que los menores se hayan metido expresamente a buscarlo, y que les ha aparecido a modo de contenido publicitario o al realizar alguna descarga. Esta tendencia acapara el 40,4% de los casos, sólo por detrás de aquellas personas que se han iniciado en esta práctica impulsados por sus amigos, con un 43,9%.
«A una edad tan temprana, el porno es muy llamativo porque juega con el estímulo visual y el auditivo. Cuando estos estímulos son tan potentes es muy posible que se distorsione la percepción sexual de los adolescentes», apunta la psicóloga y sexóloga del Instituto Espill.
El problema no reside en que los jóvenes empiecen a familiarizarse con el porno a edades tan tempranas, porque como recalca Martínez, la edad en la que se produce el despertar sexual responde a criterios muy subjetivos y multifactoriales, si no en la idiosincrasia de los vídeos. No es extraño que los materiales pornográficos reproduzcan escenas de violaciones o de sexo en manada.
«La pornografía no crea violadores ni abusadores pero los valores que representa tienden a normalizar formas de sexualidad abusiva», opina Thamara Martínez. En este aspecto, el porno y los abusos sexuales pueden estar relacionados: primero se genera una fantasía sexual y luego se persigue materializarla en la vida real.
En el caso de las agresiones en manada, entra en juego la necesidad de sentir que se pertenece a un grupo, que sobre todo impera y condiciona el comportamiento de los menores de edad que están empezando a consolidar su personalidad. «Los amigos pueden empezar a compartir fantasías y a incitarse los unos a los otros para llevarlas a cabo. Ahí es donde empieza un juego muy peligroso cuando este tipo de deseos son tales como las agresiones en manada. Si mi fantasía son las orgías y la de mis amigos también es más fácil que me sienta impulsado a hacerlo».
Las conductas sexuales de riesgo también se han incrementado de manera moderada en los últimos años como consecuencia de la pornografía en un 43,8% de los casos, según el estudio Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales. Este tipo de actitudes prevalecen en los hombres, que suponen el 46,4% frente a las mujeres, con un 39,6%.
«Estamos muy cansadas de repetir que es muy importante trabajar con los niños desde que son muy pequeños en la educación sexual. Esta formación no consiste sólo en la prevención de enfermedades de transmisión sexual, si no también en inculcarles los valores del respeto y de la comunicación en sus relaciones», recalca Thamara Martínez.
Vistas las nuevas tendencias en cnsumo de pornografía, «si no entramos a resolverles las dudas a los jóvenes desde que son pequeños la tecnología irá diez pasos por delante».
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