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Pozo en Gilet. LP

Pozos sin control en toda la Comunitat

Técnicos alertan de que hay obras ejecutadas sin permisos y por eso no existe un registro que unifique y controle todas las fosas en la región | «Nos encontramos con agujeros que no sabemos qué hacen ahí», advierte un experto de los bomberos

Martes, 22 de enero 2019

Un azar. El conocimiento de expertos y las emergencias de los bomberos en la Comunitat desnudan una peligrosa realidad: tragedias como la de Julen en Málaga pueden repetirse en cualquier lugar y momento. No existe un registro que unifique y sirva para controlar el estado de seguridad de todos y cada uno de los pozos de nuestra región. Minas o la Confederación Hidrográfica del Júcar tienen catalogados algunos, pero otros son obras antiguas o ilegales realizadas por particulares y que escapan a cualquier control. Sólo se revelan cuando las detectan vecinos o autoridades o, en el peor de los casos, cae dentro alguna persona o animal.

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«El control de los pozos es imposible. Nos encontramos con agujeros que no sabemos qué hacen ahí», aseguró este lunes a LAS PROVINCIAS Salvador Luque, Jefe del Grupo de Rescate del Consorcio Provincial de Bomberos de Alicante. «No existen tantos guardias civiles como para vigilar los pozos con riesgo que pueden existir. El ejecutor es quien debe tomar medidas y comunicarlo a la administración, pero no siempre sucede. Por eso hay pozos catalogados y otros muchos que se han hecho a lo largo de la historia por particulares sin arreglo a ley», explica. «O de siglos atrás, antes de la regulación. Cualquier persona con medios o dinero podía hacerlo. Se van descubriendo y entonces se sellan, pero hay otros muchos que todavía están con riesgo».

ACCIDENTES

  • Ciudad Real En 2014, una joven de 21 años fue rescatada tras caer a un pozo de diez metros de profundidad. Al parecer, la caída se produjo mientras mantenía relaciones sexuales con un chico sobre la chapa que cubría.

  • Valencia Una anciana de 81 años murió en 2015 al caer a un pozo tras hundirse el suelo del patio interior de su casa, en Massanassa. Su hijo resultó herido al precipitarse también al agujero.

Es entonces cuando llegan los sobresaltos y complicados salvamentos que permanecen en la memoria de los bomberos. «Hace dos meses sacamos unos perros caídos al fondo de una tubería de 60 centímetros inclinada y sin protección en San Vicente Raspeig. Fueron animales, pero podrían haber sido niños».

Tres años atrás, un menor se hundió en la misma zona «por culpa de un antiguo aljibe de unas casas antiguas deshabitadas». Hace casi una década, un operario de obra piso encima de unas tablas que servían de nefasto cierre para un antiguo pozo de extracción de agua de 25 metros. Según Luque, «la obra de remate del pozo no estaba y las tablas que no aguantaron el peso estaban instaladas a ras de suelo». Una trampa.

Santiago Guillem es profesor de la Universitat Politècnica e ingeniero especialista en captación de aguas subterráneas. «No se debe hacer jamás un pozo sin permiso de la sección de Minas de la Conselleria de Industria y la Confederación Hidrográfica del Júcar. Lo manda la Ley de Aguas del 88». Así se abastecen, catalogan y controlan las captaciones subterráneas de agua. «Pero hay otros pozos ilegales de los que nadie sabe ni dónde están, agujeros o catas en un campo que a veces no se tapan o sólo con una piedra o unos maderos cruzados». Para Guillem, el perforista o pocero por encargo «tiene que sea un profesional y no acceder a la realización de obras sin los ver los permisos oportunos».

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El problema, expone, «es que son obras menores, la gente se cree que no pasa nada, que solo es un agujerito... Luego la finca se abandona, pasan los años y si no se ha clausurado o sellado llegan las desgracias».

En estos casos sólo hay acciones preventivas ante tres posibilidades: cuando alguien cae dentro, cuando un vecino precavido alerta, como en Gilet, o con la intervención de la Guardia Civil, agentes medioambientales o guardas fluviales de la CHJ. «Industria, sin embargo, no tiene un servicio de control y vigilancia», aclara el profesor.

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José Miguel Basset es inspector jefe del Consorcio Provincial de Bomberos de Valencia. Entre las emergencias que más le han marcado está el rescate de un niño en un pozo de 30 metros. En aquella ocasión, «la apertura estaba precariamente tapada por una vieja puerta». Ocurrió en Godella, cuando el menor de 8 años se coló en una parcela abandonada para recuperar un balón y el abismo se abrió a sus pies.

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