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Juan Carlos Martínez, en la capilla del Hospital General. iván arlandis
«Hemos practicado la medicina del alma»

«Hemos practicado la medicina del alma»

premios valencianos para el siglo XXI ·

Juan Carlos Martínez, capellán | Sanitarios, familiares y pacientes han buscado más que nunca el apoyo espiritual de los capellanes presentes en los hospitales

M. J. CARCHANO

valencia.

Sábado, 12 de diciembre 2020, 00:37

Juan Carlos Martínez lleva bata blanca y alzacuellos, en una mezcla, quizás, de ese sentir ante su misión como capellán sanador de almas en el Hospital General. Este último año ha sido muy complicado, y no sólo por los pacientes, sino por los familiares y también por los sanitarios, sobrepasados por la situación. Su labor espiritual protagonizó un reportaje en LAS PROVINCIA y su premio Valencianos para el siglo XXI es un homenaje a todos los sacerdotes entregados a sanar almas durante la pandemia en centros sanitarios.

-¿Por qué es importante la tarea que han desarrollado estos meses?

-Nuestra misión es estar disponibles día y noche, siete días a la semana, para acompañar a quien lo necesita, para aliviar. Con la pandemia se nos han presentado muchas dificultades porque lo último que queríamos hacer era añadir más complicaciones con contagios no deseados, y hemos estado cuando nos llamaban, aunque fuera a través de una puerta.

«Morir en soledad va contra todas las leyes espirituales, también el no poder despedirse»

-Dicen que han sido los médicos del alma. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?

-Es el lema que ha quedado con la pandemia, porque hemos practicado la medicina del alma. Vivimos una presencia que va más allá de lo puramente palpable, pero a la vez tan humano que notemos que Dios está escuchando. Todos los días, celebrando la eucaristía, con la capilla aparentemente vacía, hemos vivido esa comunión de una manera más intensa.

-¿Qué ha sido, para usted, lo más complicado?

-Morir en soledad va contra todas las leyes espirituales, también el hecho de no poder despedirse de nuestros seres queridos, ni siquiera en el momento del funeral. Y ahí hemos tenido que acompañar a quienes han sentido que no han podido hacer un duelo tan necesario para poder quedar en paz. Nosotros somos testigos de estas vivencias, y cuando llaman de madrugada porque un familiar va a fallecer, estar ahí para dar consuelo. En Lourdes practicábamos mucho la escucha.

-¿Cuál es su historia hasta llegar al hospital?

-Soy palentino, y en los años sesenta hubo muchas congregaciones que se instalaron en la zona. Con una de ellas estudié y me trasladé a Francia en el 79, donde he estado 33 años, por eso ahora no tengo acento ni de aquí ni de allá. Durante quince meses fui capellán en Lourdes, y posteriormente estuve en un colegio donde estudió el primer ministro francés. Además, he sido párroco en pueblos pequeños donde se trabaja mucho con las personas mayores, con enfermos, visitándoles en sus casas, hablando con la familia.

-¿Ha tenido miedo?

-Estando en el hospital no lo he tenido, aunque recuerdo cuando pasamos a fase 2. Me tomé unos días de descanso y noté una sensación extraña al volver a salir a la calle, aunque lo hiciera solamente para ir a comprar al supermercado y moverme en un círculo cerrado. Todavía me pongo a distancia, aunque miedo no tengo, sí precaución, por mí y por los demás.

-¿Siente que se puede aprender de lo que hemos vivido el último año?

-El Vaticano Segundo nos pidió sentirnos en comunión, adaptándonos a la realidad que nos presentaba. La Iglesia es un cuerpo vivo, compuesto también por todas esas personas que todavía están en casa con miedo a salir, y a los que acompañamos a través de grupos de whatsapp o de cualquier otra manera para que sientan que existe el octavo sacramento, que es el sacramento del amor.

-¿Cree que es importante un reconocimiento como éste?

-El que un medio de comunicación como LAS PROVINCIAS reconozca el valor de lo que hemos hecho, que salga a la luz nuestro trabajo, es como el agua subterránea que alivia la sed de quienes más lo necesitan, porque nosotros también estamos sedientos.

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