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Una cafetería ubicada en la calle San Francisco de Valencia, junto al Ayuntamiento, lo tiene claro. Sus clientes no pueden ponerse a trabajar con ... el ordenador mientras toman cualquier consumición. La razón no es otra que «piden un café y se pasan toda la mañana ocupando una mesa. No puede ser», señala el jefe del establecimiento.
Lo mismo sucede con otra cafetería también en las inmediaciones del Ayuntamiento. Esta en la calle Arzobispo Mayoral. La razón que esgrimen es la misma. «El espacio en la cafetería es pequeño y no tenemos sitio para que se pasen un buen rato con el ordenador», explica el responsable de este establecimiento. «Consumen muy poco», concluye.
La respuesta es la misma en el caso de que un establecimiento ubicada en la calle del Frare. «Somos una cafetería de despacho. La gente entra y sale continuamente y no tenemos mucho sitio», explican y argumentan porqué no dejan a sus clientes que usen el ordenador en el establecimiento.
Otros establecimientos no son tan tajantes. Aunque no les gusta el que el cliente pase horas sentado en una mesa y sólo consuman un café, se muestran más comprensivos. Así lo que hacen es limitar el acceso a unas horas determinadas. Es el caso de un local situado en la calle Sorní que únicamente permite que la persona que acude a usar un ordenador esté media hora sentado. Además, ponen dos condiciones: «Y siempre en el caso de que no nos hagan falta las mesas porque hay mucha gente. El local no es muy amplio y a veces se forman largas colas». Incluso algunos locales cuelgan un cartel a la entrada en la que avisan de las condiciones para trabajar allí.
«No somos un co-working», señala el encargado de una cafetería en la calle Arzobispo Mayoral. En este establecimiento depende de la hora en la que acuden y del tiempo en que se quedan. «Si vienen a partir de las once y hasta la hora de las comidas, no nos molestan. También depende de lo que consuma. Si es sólo un café y necesitamos la mesa, se lo hacemos saber», aclara.
Un establecimiento de la calle Sorní sí que deja pero hasta una hora determinada. «Somos también restaurante y a la hora de comer necesitamos las meses por eso pueden venir pero sólo hasta las 13.00 horas. Es que la gente se tira horas con una única consumición», destacan.
En otro establecimiento de la calle Convento Santa Clara, en las proximidades del Ayuntamiento de Valencia, la política que aplican en estos casos es muy similar. «Depende. Si sólo pide un café y se pasa horas sentado con el ordenador en el caso de que necesite la mesa, se avisa al cliente», resalta el encargado.
«No dejamos los fines de semana, pero sí que en otro momento de la semana. Con una consumición se pueden quedar. Muchas veces empiezan pidiendo un café pero enganchan y se quedan también a comer. O piden un postre», destaca la encargada de un establecimiento en la calle Convento San Francisco.
Otra cafetería en la misma calle hace una llamada al sentido común del cliente y limita el acceso a los que se van a poner a trabajar en el establecimiento. «Depende de las horas que vaya a estar trabajando. Si es a primera hora de la mañana y no hay nadie en el local no tenemos ningún problema. Es una situación distinta si se trata de horas punta», aclara el encargado del local.
En otro bar de la calle Sorní, un cliente está sentado en una mesa utilizando el ordenador. En este establecimiento sí que dejan practicar el teletrabajo, «pero no tenemos wifi. La conexión a Internet la tiene que poner el cliente», apunta el propietario de esta cafetería.
Es una medida similar a la que se aplica unos portales más hacia la calle Colón. Es otra cafetería en la que dejan que el cliente se pueda pasar horas al ordenador. Lo que pasa es que tampoco tienen conexión wifi ni enchufes con lo que los portátiles tienen que tener la batería cargada. «Pero la gente que viene tiene que entender que no tenemos mucho espacio», señala la encargada.
En la calle Santa Clara tienen una amplia sala en el piso de arriba donde permiten que el cliente pueda estar usando el ordenador durante el tiempo que considere. También lo autorizan en un establecimiento que está unas viviendas más hacia abajo. «El problema es que los enchufes están en alto, pero sí que pueden trabajar aquí con el portátil», puntualiza el propietario de esta taberna.
En otra cafetería de las inmediaciones también dejan utilizar el ordenador. «Pero tenemos un problema y es que no tenemos conexión wifi y hay mucho ruido. Si el cliente lo aguanta se puede quedar el tiempo que quieran», resalta la encargada del local mientras ordena las mesas.
Un establecimiento ubicado en la calle de la Sangre no tiene, en cambio, problemas para que el cliente se lleve un ordenador y teletrabaje. De hecho, dispone de una sala en la parte alta donde se pueden sentar tranquilamente. «Sí, no hay ningún problema», afirma el propietario del negocio.
La Federación Empresarial de Hostelería de Valencia (FEHV) señala que «se trata de una situación minoritaria» y consideran que no se puede generalizar a todos los establecimientos de la provincia. En este sentido, recuerdan que las cafeterías y bares tienen libertad para decidir qué clientes admiten. Ahora bien, también hacen una llamada al sentido común de los clientes para entender la posición en la que se encuentran algunos locales.
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