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Las lluvias caídas durante la primavera en Valencia no ocasionaron graves daños a primera vista salvo excepciones puntuales. Pero a medida que pasa el tiempo ... y que se acerca el verano se empiezan a ver algunas consecuencias que hasta el momento habían permanecido ocultas, especialmente para los agricultores.
Es el caso de los arroceros de la Albufera que llevan 20 o 25 días de retraso en sus labores habituales. Las precipitaciones inundaron los campos y retrasaron el secado con lo que todos los trabajos previos a la siembra se vieron bloqueados por la presencia del agua que no dejaba a los agricultores preparar los campos para depositar las semillas de la planta.
Como consecuencia, la inundación veraniega de los campos se ha visto también retrasada y en esta ocasión los arroceros no terminarán los trabajos hasta dentro de unos días.
Tampoco el calor que está haciendo facilita su labor. «Hemos pasado muy rápidamente del frío a las altas temperaturas y eso no es bueno para las plantas», explicó José Pascual Fortea, delegado sectorial de AVA de los arroceros.
Otro de los problemas a los que se enfrentan es que las lluvias favorecen la aparición de las malas hierbas. Además, el sector teme sobrecostes energéticos por la gestión hídrica -por la utilización de las bombas para meter y extraer el agua de los campos- y una merma en la cosecha.
Pero lo peor, y es lo que están temiendo los arroceros, puede estar por llegar. El retraso en la siembra conlleva una demora en la recolección que en esta ocasión no llegará hasta mediados de octubre. Y este mes no es el mejor si viene acompañado de frío adelantado y de las tradicionales lluvias otoñales. Todos estos factores combinados pueden ser determinantes a la hora de cómo se desarrollará la cosecha del arroz y hacerla peligrar.
Además, el retraso de la inundación tiene una incidencia sobre el comportamiento de las aves. Así lo explica Mario Giménez de la organización SEO-Birdlife. «La falta de agua tiene una afección sobre las especies acuáticas como garzas y patos», aclara.
La demora en la siembra hace que haya menos alimento y provoca dificultades para dar de comer a las crías. Las adultas se pueden desplazar en busca de alimento a otros lugares pero no así los pollos. «Todavía no tenemos un estudio de la incidencia concreta pero la afección a varias especies está aumentando con el retraso de la inundación», aclara Giménez que señala que esta se retrasa cada vez más. «Hace quince años a finales del mes de abril estaba todo inundado», puntualiza.
Y es que las lluvias primaverales han sido muy copiosas después de un invierno seco. Especialmente llamativa fue la cantidad caída durante el mes de marzo en la Comunitat. La precipitación acumulada fue de 270,4 litros por metro cuadrado , que multiplica por 7,7 la del promedio climático del periodo 1981-2010 (35,2 l/m2).
Por su lado, el mes de abril ha tenido una precipitación acumulada de 96,4 litros por metro cuadrado, que es casi el doble que la del promedio climático del periodo 1981-2010 (49,6 litros).
El mes de mayo siguió la misma tendencia con una precipitación acumulada de 55,9 litros por metro cuadrado, que es un 12 % superior a la del promedio climático del periodo 1981-2010 (49,8 l/m2).
Por otro lado, un estudio de los servicios técnicos de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) ha determinado que la cifra de pérdidas podría alcanzar los más de 150 millones de euros a causa de esta anomalía climática en el sector agrario valenciano. La superficie afectada asciende a 120.000 hectáreas y entre los cultivos que mayores perjuicios acumulan destacan los cítricos, la almendra, las frutas de hueso, el caqui y las hortalizas (cebollas, patatas y alcachofas principalmente), así como destrozos en infraestructuras agrarias.
Los cítricos, sobre todo las naranjas y mandarinas, son el cultivo que puede alcanzar mayores pérdidas: en torno a 80 millones en una superficie de 50.000 hectáreas.
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