Tranquilidad. Una mujer pasea con su perro por una calle de Marines viejo. manuel garcía

El pueblo arrasado por el barro no se resigna

LA REGIÓN OLVIDADA ·

Los 87 empadronados en el viejo Marines exigen más inversiones y la alcaldesa comparte sus demandas y recuerda las limitaciones

Lunes, 30 de mayo 2022, 00:08

El próximo 14 de octubre se cumplirá un triste aniversario. Hará 65 años de un fatídico día de otoño en que, por la mañana, una masa compuesta principalmente por bloques y fango procedente de la vertiente oeste de las crestas del Rodeno (Sierra Calderona) asoló la mayor parte del casco urbano de Marines. Causó seis víctimas mortales y numerosos daños materiales.

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Más de seis décadas después, nadie de quien vivió esa jornada de horror sigue residiendo en el núcleo urbano conocido ahora como la Colonia Marinense o Marines Viejo, para distinguirlo del nuevo emplazamiento urbano ubicado más cerca de Llíria y donde hoy viven 1.500 personas.

En el antiguo Marines actualmente hay empadronadas 87 personas. Esta cifra se dispara hasta las 2.000 durante el verano.

Pasear por sus tranquilas calles y encontrarse con los pocos vecinos que residen durante un día laborable supone escuchar sus historias sobre la necesidad de que se invierta más en cuestiones como la mejora de las calles o la reparación de papeleras. Eso sí, no existe la posibilidad de sentarse en una terraza a tomar algo porque, como recuerda un vecino, «había un bar pero cerró».

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La iglesia es uno de los principales símbolos de este requerimiento de inversión que solicitan los vecinos. El templo del Cristo del Perdón permanece cerrado desde hace años sin que se le dé uso alguno, con una lona que cubre su fachada.

Ya en 2019, Isaac Valero, en su trabajo de fin de grado de conservación y restauración de bienes culturales, apuntaba «la inquietud generada por el estado de conservación de las pinturas murales situadas en su interior». Unas obras sirvieron para evitar el deterioro del techo, pero su interior permanece sufriendo el paso del tiempo sin que haya una respuesta.

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Asimismo, los vecinos piden recibir ayudas para evitar el despoblamiento como, aseguran, sí ha ocurrido en poblaciones vecinas como Olocau y Gátova. A lo largo de los próximos meses está previsto que se desarrollen iniciativas para fomentar el empadronamiento y que la presencia de vecinos que residen de manera continua vaya aumentando poco a poco.

La alcaldesa de Marines, Lola Celda, comparte las demandas vecinales pero quiere que los habitantes de este núcleo sean conscientes de las limitaciones que marca un presupuesto anual de algo más de 1,7 millones «y sin prácticamente inversión propia».

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El anuncio de mejoras en el edificio de la calle Pintor Peiró provocó quejas de los vecinos, quienes consideran que hay «inversiones más necesarias». Por su parte, Celda replicó que su intención es crear en el inmueble una pequeña oficina de turismo, un albergue y un centro social.

Respecto a cuestiones como la mejora de las calles «hemos pedido ayudas por otras líneas. Ojalá tuviéramos el presupuesto suficiente».

Los vecinos también han manifestado sus quejas sobre las restricciones a la hora de estacionar en el casco urbano, a lo que Celda ha replicado que se deben dejar espacios libres en el caso de que se produzca una emergencia.

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La alcaldesa de Marines ha pedido a los vecinos que recuerden actuaciones realizadas como la mejora de la conexión del agua potable o la iniciativa prevista para mejorar el entorno del cementerio entre otras acciones.

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