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A. CHECA/B. GONZÁLEZ
VALENCIA.
Jueves, 10 de agosto 2017
«Pilar se fue a vivir al infierno. En esa tierra se respira la muerte. Es tierra de nadie. Tierra de 'zetas'». Narciso es un forense mexicano que antes fue miembro de la Agencia Federal de Investigación, el cuerpo de élite de la policía mexicana. Narciso es uno de esos agentes con el carácter hecho a base de escuchar a diario la palabra homicidio. Policías que saben lo que es encontrar una fosa con 150 muertos. El rastro de muerte que los 'zetas', uno de los cárteles más sanguinarios del mundo, dejan en escenarios de horror como las conocidas como 'fosas de San Fernando', el lugar en el que en 2011 fueron hallados casi 200 cadáveres de víctimas del crimen organizado. Muchas siguen aún sin identificar.
La mirada de Narciso es la del pesimismo. Aunque en Tamaulipas, un estado en el que cada semana hay secuestros, creen que es una mirada realista. Al otro lado del Atlántico, en una casa de Massalavés viven literalmente colgados del teléfono. Pendientes 24 horas de cualquier llamada, del más mínimo detalle. En el hogar de los Garrido se mantiene la esperanza frente al pesimismo mexicano. «Yo sigo con la esperanza de que Pilar está viva», explica Raquel, su hermana y quien junto a la madre de la desaparecida mantiene el optimismo de un final feliz.
Por las redes sociales flotan aún las imágenes de felicidad que inundaban la vida de Pilar, de 34 años, horas antes de esfumarse. El 2 de julio disfrutó de una jornada idílica con su marido Jorge y su bebé de 12 meses en la playa de La Pesca, donde se fotografiaron junto a tortugas lora, una especie autóctona mexicana. En las instantáneas sonríen, miran con esperanza a la vida. Unas horas después miraban de cara el revólver con el que les apuntaron los ocupantes de un coche que les cerró el paso en carretera secundaria de Soto la Marina. En tierra de 'zetas'. Se llevaron a rastras a Pilar. Desde entonces, la nada.
Más de un mes después de que el rastro de Pilar se perdiese, Raquel y la madre de ambas se aferran a la esperanza. «Confío en que los huesos no serán de ella. Tiene que estar aún viva», subraya la vecina de Massalavés, el mismo pueblo que durante dos semanas guardó un solidario silencio tras producirse el rapto de la española. Mutismo de precaución dirigido a tratar de proteger la vida de la valenciana hasta que los supuestos secuestradores se manifestaran. Sin novedades un mes después. Los restos óseos hallados en la zona en la que desapareció Pilar son la única pista al respecto. Aunque puede que ni siquiera eso si la identidad de la víctima es otra. El resultado genético de su análisis se espera «en los próximos días».
Tras denunciar su rapto, la policía mexicana interrogó profundamente al marido de la desaparecida acerca de por qué tardó varias horas en acudir a la policía o la razón de que lavara el coche por dentro tras el asalto. «Mi cuñado está también muy mal. Nosotros confiamos plenamente en él y seguirá teniendo todo nuestro apoyo», asegura Raquel en una conversación con LAS PROVINCIAS.
La hermana mantiene contacto casi diario con los investigadores mexicanos. Sea cual sea el resultado del análisis de los huesos encontrados en el 'infierno', Raquel pedirá analizarlos aquí. «Exigiremos al Gobierno español la repatriación de los restos para que se haga aquí la prueba», subraya la valenciana. Al fin y al cabo, el caso de Pilar es allí sólo uno entre los casi 700 homicidios y 105 secuestros registrados en la 'tierra de nadie' de Tamaulipas, el inhóspito imperio de los 'zetas'.
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