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DANIEL GUINDO
VALENCIA.
Domingo, 6 de mayo 2018, 00:12
Dejar de preocuparse, disfrutar más intensamente de la vida, tener cero complejos, adquirir carisma, desactivar a las personas difíciles o mejorar las relaciones personales. Algunas de las claves para alcanzar estos logros se analizarán el próximo miércoles en el Aula LAS PROVINCIAS gracias a una nueva sesión protagonizada por el psicólogo y escritor Rafael Santandreu (Barcelona, 1969).
El Salón Stolz del Ateneo Mercantil, en el número 18 de la plaza del Ayuntamiento de Valencia, albergará a partir de las 19.30 horas un encuentro abierto gratuitamente a todos los interesados con el reconocido terapeuta. Disertará para y con los asistentes los puntos más relevantes de sus terapias y de su último libro, titulado 'Nada es tan terrible'. Después de pasar por la Universidad Ramón Llull como profesor y de actuar como redactor jefe de la revista de psicología Mente Sana, Santandreu se centra ahora en sus obras y en sus pacientes.
-¿Qué nos deparará su charla en el Aula LAS PROVINCIAS?
-Últimamente la gente se anima a explicar sus problemas y podemos ver en directo cómo trabajar las neuras, es muy divertido. Es como hacer terapia en directo.
-¿Qué le llevó a estudiar Psicología?
-Tuve una época de crisis personal a los 25 años. Estaba ansioso y lleno de miedos. Por casualidad, descubrí un libro de Albert Ellis y, de repente, comprendí que era yo quien me provocaba esas emociones con mi diálogo interno.
-Pero no se daba cuenta de que lo hacía, imagino...
-Hasta aquel momento, no. Pero aprendí a tener un diálogo de persona fuerte y feliz. Me quité necesidades y presiones de encima y empecé a ver la abundancia de oportunidades que había a mi alrededor. Me di cuenta de que no había nada de qué quejarse.
-¿Y dejó su trabajo y su forma de vida hasta entonces?
-En cuanto me quité las quejas y las 'hiperexigencias' todo cambió. Empecé a disfrutar de mi entorno y a rendir como nunca. Dejé la universidad, donde enseñaba, de la noche a la mañana. Quería que otros descubriesen mi nueva manera de vivir. Y me centré en la Psicología. También dejé una relación que no me llenaba.
-¿Qué le impulsó a escribir libros?
-Unos diez años después de mi liberación me encontraba genial y tenía una consulta llena. Mi sistema terapéutico era increíblemente exitoso. Entre mis pacientes tenía grandes deportistas y ejecutivos. Y pensé que era hora de que el máximo número de personas pudiese beneficiarse de ese tesoro que es la psicología cognitiva o del pensamiento. Así que decidí plasmarlo todo en un libro.
-¿Qué le proporcionan sus obras a los lectores?
-Un método claro para trabajar sobre ellos mismos, sin necesidad de acudir al psicólogo. Si son disciplinados, lograrán perder los miedos, adquirirán pasión por la vida, dejarán de quejarse, de ser cascarrabias. Pero ese trabajo requiere antes un cambio de mentalidad profunda y radical.
-¿Qué tipo de pacientes tiene? ¿Cuáles son sus perfiles?
-Actualmente sólo veo pacientes con trastornos serios. Son los que más me gustan; con severas obsesiones y compulsiones, deprimidos desde hace décadas, intensos ataques de pánico, personas anoréxicas... Mis colaboradores ven, por otro lado, todo tipo de personas. Incluso a gente muy sana pero que quiere rendir más.
-Recuerde el caso más complicado al que se ha enfrentado.
-El de una joven madre de un bebé que temía contagiarse todo el tiempo. Se duchaba más de 20 veces al día, salir a la calle era un suplicio para ella, tiraba la mitad de la comida que compraba... Su marido no pudo más con ese histerismo y se separó. Pero además quería la custodia de la niña por temor a su salud mental. En esta profesión puedes ver una dimensión de sufrimiento difícilmente imaginable. Pero, ¿sabes? Se curó al 100%. Y eso es una de las satisfacciones más grandes que puede tener una persona.
-¿Y el más divertido?
-Una vez vino a verme una mujer que tenía un amante desde hacía 20 años. Los dos hombres -su marido y el amante- le pedían que se decidiese por uno y no podía hacerlo. Eran unos santos varones, porque aguantaban carros y carretas. Imagino que ella debía ser una máquina en muchos aspectos para compensarles.
-Rafael Santandreu, centro de terapia breve. ¿Por qué breve?
-Nuestras terapias duran unos cinco meses. Si trabajas duro, en ese tiempo harás el 80% del cambio que necesitas. Después, tú solo podrás llegar al 100%. Eso sí, en esos cinco meses tendrás que dedicar una hora y media a nuestros deberes, fines de semanas incluidos. Te costará, pero ese aprendizaje será impagable.
-¿En qué consisten sus terapias?
-Se trata de un cambio de mentalidad sobre la vida que te hace ver que no hay nada terrible. Ni siquiera una grave enfermedad tiene por qué hacerte infeliz. Ya no te digo que te deje tu mujer o que te despidan. Todo eso son minucias. Se trata de una visión parecida a la que tienen potentes creyentes o las personas más fuertes. Por ejemplo, Stephen Hawking, el científico recientemente fallecido.
-Al parecer le agrada mostrar modelos de fortaleza...
-Su secreto es su mentalidad. En mi último libro hablo de Daniel Álvarez, un madrileño ciego y sordo desde pequeño. Sólo se puede comunicar si le tocan y deletrean en la mano. Vive en la negrura y el vacío. Pero es súper feliz, productivo y hermoso. Su mujer y su hija hablan de él como la luz de sus vidas. Sus compañeros de la ONCE, donde trabajan, le adoran. Daniel entiende sus hándicaps como minucias, una vez más. Si aprendemos a pensar como esas personas, adquiriremos su mundo emocional.
-¿Cómo se emplean las nuevas tecnologías en sus terapias?
-Las videollamadas a través de sistemas como Skype han revolucionado nuestro trabajo. Desde Barcelona o Madrid vemos a pacientes de todo el mundo: China, Estados Unidos, Australia... Es fantástico poder ayudar a gente de tan lejanas latitudes del planeta. En mi centro también atendemos en inglés y así llegamos a todas partes y a todas las culturas.
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