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Uno de los coches enterrados en el barranco del Poyo en Ribarroja. Javier Martínez

Sin rastro de Elizabeth Gil tras desenterrar más de un centenar de coches junto a la A3

Las máquinas excavadoras realizan hoyos en los lugares donde marcan los detectores de metales | Continúan sin aparecer la vecina de Cheste y el Ford Focus arrastrado por el agua cerca del Hotel La Carreta

Javier Martínez

Valencia

Jueves, 12 de diciembre 2024, 00:50

Los operativos de búsqueda en el barranco del Poyo y sus afluentes, el desenterramiento de más de un centenar de vehículos en los cauces y surcos de grava y los rastreos con perros adiestrados no han arrojado luz sobre el paradero de Elizabeth Gil, una de las cuatro personas desaparecidas por la dana.

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Los equipos de búsqueda de la Guardia Civil y la Unidad Militar de Emergencias (UME) utilizaron detectores de metales para localizar y desenterrar algunos de los vehículos que arrastró la riada en los términos de Chiva, Cheste, Loriguilla y Ribarroja, entre otros municipios afectados.

Decenas de coches quedaron sepultados bajo una capa de grava, y otros fueron localizados entre amasijos de ramas, plásticos y barro a ras de cauce. En la práctica totalidad de los vehículos no había ninguna persona atrapada, según informaron fuentes de los servicios de emergencia. Sus ocupantes lograron salir y se pusieron a salvo en la mayoría de los casos, pero otros murieron y sus cuerpos aparecieron días después.

Ernesto Martínez señala la zona donde las máquinas desenterraron varios coches. J. Martínez

El fatídico 29 de octubre, Elizabeth Gil, de 38 años de edad y vecina de Cheste, viajaba en un coche de color negro junto a su madre con destino al Hotel La Carreta, donde ambas trabajaban. Iban a bordo de un Ford Focus que conducía Elvira Martínez (61 años), que fue hallada sin vida días después en el barranco del Poyo en el término de Quart de Poblet. El cuerpo de Elizabeth y el vehículo de su madre aún no han aparecido.

Ernesto Martínez, hermano de Elvira y tío de Elizabeth, acudió este miércoles a una zona de Ribarroja, cerca del puente de la rambla del Poyo, donde las palas excavadoras desenterraron varios coches que fueron arrastrados y destrozados por la riada.

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«Tenemos el presentimiento de que mi sobrina no pudo salir del coche y por eso no la encuentran. Si localizan el vehículo igual podríamos recuperar su cuerpo y saber dónde llevarle flores y dónde hay que llorarle», afirma Ernesto con el rostro cariacontecido. «Han encontrado vehículos bajo una capa de dos metros de grava. ¿Quién puede decir que Elizabeth no está enterrada en el barranco», pregunta el tío de la mujer desaparecida.

Poco antes de que el Ford Focus fuera arrastrado por la riada, Elizabeth grabó dos vídeos con su móvil desde el interior del coche. Las imágenes y los datos de geolocalización de su teléfono fueron analizados por la Guardia Civil y la Unidad Militar de Emergencias (UME) para acotar el área de búsqueda, pero la víctima y el vehículo siguen sin aparecer a pesar de las intensas labores de rastreo.

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Algunos tramos de la rambla del Poyo, entre Cheste y Ribarroja, se han rastreado dos veces por diferentes equipos de búsqueda para cerciorarse de que no había ningún sitio sin reconocer. Iván, el hijo mayor de la mujer desaparecida, participó también en el operativo de búsqueda de su madre en la zona donde se perdió su pista. El joven de 18 años lleva en su piel un tatuaje de un tigre y una rosa dedicado a su madre.

Los Topos Aztecas, una organización mexicana especializada en la búsqueda de desaparecidos, organizó otro operativo en la zona para tratar de localizar a Elizabeth. Y un helicóptero y drones sobrevolaron el barranco y montones de cañas en los campos aledaños. «Hemos buscado a las víctimas con todos los medios que tenemos y vamos a seguir haciéndolo. Las familias tienen que saberlo», asegura un guardia civil.

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La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) comenzó también esta semana los trabajos para retirar residuos en varios puntos del barranco del Poyo. Las actuaciones tienen como objetivo apartar los elementos que puedan obstruir el cauce, canalizar el flujo de aguas residuales y eliminar las pozas de agua estancada.

Las otras tres personas desaparecidas

Las otras tres personas que todavía siguen desaparecidas son José Javier Vicent Fas (56 años), Francisco Ruiz Martínez (64 años) y Mohamed Belhadi (59 años), según los expedientes activos por denuncias registradas en el Centro de Integración de Datos (CID).

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José Javier Vicent se encontraba con su hija en una casa de campo en Pedralba cuando fueron sorprendidos por la riada. El nivel del agua llegó hasta muy pocos centímetros del techo. El cuerpo sin vida de la joven apareció dos días después en una playa de Sueca, a unos 70 kilómetros de distancia, y de su padre no hay rastro hasta la fecha.

Francisco Ruiz Martínez desapareció en la zona del polígono de Montserrat cuando acompañaba a sus dos nietos de cinco y diez años. «Al parecer los subió al techo del vehículo, pero cuando llegaron los policías él ya no estaba allí. El agua debió arrastrarle cuando iba en busca de ayuda», relató el alcalde de la localidad, Sergio Vila.

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Mohamed Belhadi, de nacionalidad marroquí, vivía con otras dos personas (un hombre y una mujer) en una chabola junto al barranco del Poyo en Paiporta. Tampoco se sabe nada de él. Días después de la catastrófica dana, la Embajada de Marruecos en España facilitó una lista con los nombres de 16 ciudadanos de este país que permanecían desaparecidos con el objetivo de recabar información sobre su paradero. Todos fueron localizados con la excepción de Belhadi, que fue arrastrado por el agua.

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