![Ley solo sí es sí | «Rebajan la pena a un monstruo»](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202212/23/media/cortadas/MADRE%20MENOR-U120313535610zaB-RntonFiu9jgDX4npvy8wfIO-1968x1216@Las%20Provincias-LasProvincias.jpg)
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BELÉN HERNÁNDEZ
Sábado, 24 de diciembre 2022, 00:28
Lucía recuerda como si fuera ayer aquella noche del 22 de enero de 2014. Estaba bañando a su hijo, que entonces tenía 8 años, cuando le empezó a hacer preguntas de índole sexual. La mujer se extrañó. «Te voy a contar un secreto», le dijo ... el niño. El mundo se derrumbó a sus pies. Su novio abusaba del menor desde que tenía cuatro años y medio. «Me dijo que aprovechaba cuando no estaba en casa. Cuando estaba durmiendo. Tocaba a mi pequeño hasta cuando yo estaba en la cocina».
Lucía (nombre ficticio para preservar la intimidad del menor) fue junto al padre del niño a denunciar a la mañana siguiente. Tras tres largos años de trámites judiciales por fin lo declararon culpable y le condenaron a cumplir 10 años por un delito de abusos sexuales continuados y a siete meses y un día por tenencia de pornografía infantil.
«Es algo con lo que cargas siempre. Nunca se olvida. Pero después de todo este tiempo ya tenía la vida hecha», cuenta la mujer. Pero hace escasos días, la herida que tanto le tardó en cicatrizar se volvió a abrir de pronto. Recibió una llamada de su letrada, Rosa María Cano Saiz. «Le van a revisar la condena por la ley del 'sólo sí es sí'». Se quedó sin aire. Su peor pesadilla de que el pederasta que abusó durante casi cuatro años de su pequeño volviera a ver la luz del día se hará realidad antes de tiempo. Le han rebajado la condena en un año como adelantó LAS PROVINCIAS.
«Todo son beneficios para la gente mala. Las víctimas les dan igual. Rebajan la pena a un monstruo», dice la madre entre llantos. Desde que salió en las noticias los efectos de la ley del 'sólo sí es sí' su hijo, que ahora tiene 17 años, le pregunta constantemente si le aplicarán la rebaja de condena al hombre que lo violó de manera continuada. «Siempre le digo que no sé nada del tema. No le he contado que ya se la han rebajado. Prefiero sufrir yo y que él viva tranquilo». La madre coraje trata de pararle los golpes con tal de que su hijo no sufra más. Pero con el paso de los años, lejos de mitigar el dolor, ha sido más duro para él al ser consciente de lo que le había pasado. «Ya usa la expresión: 'Me estuvo violando'. Antes no sabía qué significaba». La rabia y la tristeza se entremezclan a partes iguales en su testimonio. Siente las heridas de su pequeño como propias. A pesar de haber sufrido los abusos en su corta infancia, su hijo se acuerda con pelos y señales de todo por lo que le hizo pasar a aquel pederasta.
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Su voz se entrecorta en medio de la llamada telefónica. Tiene que tomar aliento. Pero comparte su sufrimiento con todo lujo de detalles. La mujer se arma de valentía. Todo con tal de denunciar la situación que está atravesando. «Que rectifiquen la ley, por el amor de Dios. No saben lo que les están haciendo a las víctimas con esto y si lo saben les da igual», exclama frustrada. Le ha partido el alma la reforma legal. Saber que el pedófilo que le truncó la infancia a su pequeño y que ha tenido que recomponer con tanto esfuerzo podrá campar a sus anchas antes de tiempo.
«Ya tenía miedo de que empezaran a concederle permisos por buen comportamiento. Estoy segura de que será el mejor preso. Engañaba a todo el mundo. Incluso era voluntario en una ONG», lamenta. Consiguió ganarse su confianza para hacer daño a lo que más quería. Sin ningún tipo de miramientos. «Le obligaba a ver vídeos pornográficos en los que salían adultos manteniendo relaciones sexuales con menores», dice asqueada.
Lucía ha tenido que volver a tomar ansiolíticos después de la noticia. «Cuando le encerraron mi cuerpo pudo descansar pero todo esto ha hecho que me volviera la ansiedad». Lleva ocho años apoyándose en los antidepresivos para ponerle un parche a la pena que siente por dentro. Guardándose su dolor en un rincón bien hondo de su pecho para que su hijo no la vea sufrir.
«Recuerdo que cuando mi niño me dijo lo que le había estado haciendo mi pareja quería empezar a chillar. Pero me controlé. No podía hacer eso. Terminé de escuchar toda su historia», dice Lucía. Saca fuerzas de donde no las hay para poder hacerle justicia a su hijo y que el hombre que atentó contra su inocencia pague las consecuencias de sus actos. «No entiendo cómo le pudo hacer daño a un niño, que es lo más inocente que hay en el mundo», opina consternada. Como matar a un ruiseñor. Inexplicable.
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Su hijo vive con miedo de que cuando salga de la cárcel vuelva a buscarle. «Me dijo que tenía miedo de que viniera a vengarse por haber sido el causante de que le metieran en prisión», cuenta Lucía. Aquel pedófilo ya tenía una denuncia previa, pero le absolvieron por falta de pruebas. «Recuerdo que cuando fuimos a comisaría me dijeron que España es el paraíso de los delincuentes», recuerda la mujer. Diez años ya le parecían una condena demasiado generosa en relación a todo el daño que había hecho. Le condenaron a que la pena mínima que ahora se ha reducido a nueve años.
Pero le consolaba que estuviera en prisión. «Por lo menos durante ese tiempo no puede hacerle daño a nadie. Estoy convencida de que ese monstruo no se puede rehabilitar», comenta. Tiembla de imaginar el día en el que salga por la puerta de la cárcel de Alicante. «Ya se ha visto que una vez que salen vuelven a violar y a matar», cuenta temerosa. El hombre que abusó sexualmente de su niño desde que tenía cuatro años y medio tiene una orden de alejamiento de él. No se le puede acercar en 12 años. Esto no ha cambiado. Pero siempre surge la incertidumbre: «¿Y después qué?»
«No sé cómo afrontaré el día que me comuniquen que ha salido de prisión aunque sea de permiso. Tampoco cómo se lo contaré a mi hijo», confiesa Lucía. Desde que se enteró por lo que le había hecho pasar su expareja a su niño sintió que la habían matado en vida. Tampoco sabía cómo actuar en aquel instante. «Yo dormía tranquila pensando que mi hijo estaba en su camita o jugando a la Nintendo. Nunca me imaginé nada parecido», cuenta Lucía entre lágrimas.
Ha tenido que pasar por la peor pesadilla de un padre. Atravesar el infierno. Tener que caminar aún con el alma calcinada para que su pequeño no se quede atrás. «Llegué a pensar que me iba a volver loca», confiesa. Pero sabía que hundirse no era una opción para ella. Cuando creía que podría dejar de lado el tema, la rebaja de la condena del pedófilo ha hecho que se le rompa su mundo de un mazazo. «Espero que se den cuenta del daño que han hecho a las víctimas con esta ley».
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