La prohibición de elegir asignaturas optativas al alumnado del instituto número 1 de Cheste no sólo ha levantado una enorme polvareda entre la comunidad educativa del centro. También ha acabado en los tribunales, después de que una de las profesoras que van a resultar afectadas por la medida, Marisol Hoyos, haya presentado un recurso de lo contencioso administrativo, que además se ha acompañado de una petición de suspensión cautelar de la medida.
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El objetivo, como explica esta profesora de Francés, «es conseguir que los estudiantes no se vean obligados a renunciar a unas materias que responden a sus intereses y que son provechosas para su formación integral».
El problema se deriva de la orden que regula las subvenciones para los planes de especialización deportiva que se imparten en el centro, en vigor desde finales de mayo. Básicamente son ayudas que reciben las federaciones participantes (16 disciplinas) para facilitar la simultaneidad de los estudios de los alumnos seleccionados con los necesarios entrenamientos. Y se concretan en que los beneficiarios disponen de una plaza interna en la residencia del complejo educativo de Cheste, una beca de comedor y la posibilidad de acogerse a beneficios como cursar Bachillerato en tres años.
Hasta este ejercicio los estudiantes, como el resto de alumnos de la Comunitat, podían elegir una optativa de su elección tanto en la ESO como en Bachillerato. Por ejemplo la de refuerzo de áreas instrumentales, de profundización, Programación y robótica, Cultura musical o Francés, que era una opción bastante extendida al tener continuidad a lo largo de las dos etapas. Además de perder esta posibilidad, deben cursar obligatoriamente Educación Física, aunque con una adaptación curricular, de manera que en cada entrenamiento se trabajen los objetivos comunes de la materia. A partir del próximo ejercicio, si quieren seguir dentro de los planes es requisito indispensable convalidar la optativa. O lo que es lo mismo, renunciar a ella.
El argumento de la conselleria de Educación para propiciar el cambio es que es necesario reducir las horas lectivas de este alumnado ante la elevadísima carga que supone compatibilizar su formación académica y deportiva. Y que la única opción pasaba por intervenir en las materias optativas.
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«No se ha actuado de forma correcta, porque la conselleria no está poniendo en el centro de sus decisiones los intereses de los alumnos. Los entrenamientos y la actividad académica siempre se han podido compatibilizar, es posible si existe voluntad. Y aunque la normativa establece una serie de beneficios a los que se pueden acoger los deportistas, no pueden convertirse en imposiciones a través de una orden de subvenciones para las federaciones que acaban perjudicando al alumnado», alega Hoyos a LAS PROVINCIAS para explicar por qué ha optado por acudir a la justicia.
Además, el cambio implicará que la docente sea desplazada del centro, en el sentido de que su materia, que tiene la condición de optativa en la mayoría de los cursos, no podrá sumar las horas lectivas suficientes por lo que con mucha seguridad tendrá que ejercer en otro instituto a partir del curso que viene.
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La asociación de padres y madres del centro (AMPA), donde estudian unos trescientos alumnos integrados en los planes, ya denunció la situación la pasada semana, alertando del perjuicio que supondrá en términos de formación para sus hijos y el agravio comparativo respecto a estudiantes de otros institutos, sean deportistas o no. De hecho, la organización también ha presentado un recurso de reposición oponiéndose al cambio y que deberá resolver la conselleria. Además, las familias han recogido firmas a través de Change.org, sumando más de 700 adhesiones.
Hoyos, por su parte, se refiere a otras cuestiones que se desprenden de la orden y que considera polémicas. Por ejemplo, en Bachillerato, que la renuncia a las optativas implicará que los jóvenes tengan un vacío de cuatro horas semanales en su horario escolar que habrá que llenar de alguna manera -se han pedido propuestas a los profesores, como por ejemplo talleres de estudio o enriquecimiento curricular-. También alude a la limitación que les supondrá en el momento en que se presenten a la selectividad, pues estas materias no cursadas no podrán ser elegidas en la fase voluntaria, la que sirve para elevar la nota. Además, cuestiona que se fije como requisito para permanecer en los planes no suspender más de dos asignaturas, cuando la normativa sobre evaluación, tras la entrada en vigor de la Ley Celaá, establece que se deben de tener en cuenta otros factores a la hora de promocionar al alumnado de curso.
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Buena parte del equipo docente del IES se ha mostrado crítico con el cambio a través de una carta firmada por 30 de los 42 profesionales del claustro. Se incide en aspectos como el requisito de permanencia y las materias no aprobadas, el agravio comparativo con otros estudiantes o la falta de transparencia con la comunidad educativa, en el sentido de que «medidas que afectan tan directamente a la educación integral de nuestro alumnado o al funcionamiento interno de un instituto hubieran debido ser comunicadas y explicadas con suficiente antelación al proceso de admisión de matrícula del centro».
Amparo Caus, madre de un alumno que empieza Bachillerato tras haber cursado francés en la ESO, se muestra indignada con una decisión «que conculca derechos fundamentales, se inmiscuye en la patria potestad de los padres, madres y tutores e interfiere en el principio de autoorganización de un instituto».
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La crítica es compartida por el profesor de Tecnología, Vicente Estellés, que tilda el cambio de «error grave» porque «se priva al alumnado de la posibilidad de elegir unas materias u otras acordes a sus gustos e intereses». Por su parte, su compañero Manolo Carrascosa, docente de Música, centra el tiro en una contradicción. «Se argumenta que los alumnos tienen una excesiva carga, pero crean la paradoja de impedir la exención de Educación Física», dice. Cabe recordar que los estudiantes, de media, ya realizan unas 15 horas de entrenamiento semanales en sus respectivas disciplinas.
Óscar Ferreira, que es profesor de Matemáticas en el centro, también se muestra en contra. «Supone una vulneración de los derechos del alumnado y un claro desprecio a la tarea docente de algunos de mis compañeros y compañeras», señala, mientras que desde el sector del estudiantado se pronuncian Héctor Burke, jugador de rugby que este curso termina su paso por el IES, y María Gelde, que también pertenece a esta disciplina deportiva. «Me voy de Cheste con un regusto amargo por el hecho de que los alumnos que vienen detrás no podrán gozar de las mismas oportunidades que yo he tenido», dice el primero, mientras que la segunda defiende que «imponer la asignatura de Educación Física sólo fomenta que los alumnos se saturen», antes de destacar que elegir cursar Francés «fue una de las mejores decisiones que he tomado, suponiendo un aprendizaje mayor que el deportivo».
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